Entre los numerosos dioses del Imperio Romano se encontraba Jano, el dios de puertas, portones y pasillos. Como patrón de estos, tiene sentido que también fuera el dios de las transiciones, de los inicios y los finales. Jano era retratado con dos caras, cada una mirando en la dirección opuesta: una mirando al pasado y otra al futuro. A menudo, Jano también tenía una llave en la mano, la que representaba su autoridad sobre las puertas y las transiciones. No debería sorprender que la palabra en latín para puerta sea ianua, tomada del nombre del dios. Los romanos también nombraron el primer mes del año Mensis Ianuarius, o el mes de Jano. El nombre de Jano en español al pasar el tiempo evolucionó a Janeiro y luego a Janero, de donde deriva el primer mes del año: enero. La sombra de Jano todavía se manifiesta sobre nosotros cada vez que empezamos un año nuevo, especialmente el 1° de enero cuando abrimos una puerta para la transición a un nuevo año.
El 1° de enero la Iglesia celebra la Solemnidad de María Madre de Dios. Esta fiesta al comienzo del año nos recuerda el papel central que juega la Virgen María en la historia de la salvación por su “sí” al Arcángel Gabriel. San Pablo resume la salvación escribiendo en su carta a los Gálatas que “cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer… para que recibiéramos la adopción como hijos”. La persona divina de Jesús tomó carne humana de María. La carne salvífica de Jesucristo que fue clavada en la cruz y resucitó al tercer día, le fue dada por el consentimiento voluntario de María a participar en el plan de salvación del Padre. Ella proporcionó la carne del Mesías, la carne y la sangre que trajo la salvación al mundo.
María Santísima es la puerta por la cual el autor de la salvación ingresó a su creación para que pudiéramos ser reconciliados con Dios Padre. San Juan María Vianney, patrón de los sacerdotes, escribió que “no podemos entrar en una casa sin hablar con el portero. Bueno, la Santísima Virgen es la portera del cielo”. El franciscano San Buenaventura dijo que a María se le llama “la Puerta del Cielo porque nadie puede entrar en ese Reino bendito sin pasar por ella”. La Virgen María es la puerta nueva que abre las puertas a la vida eterna al permitir que su Hijo entre al mundo. La Iglesia ha desplazado a Jano con la Madre de Dios porque la puerta que ella abre es una que nunca se puede volver a cerrar.
También el 1° de enero, la liturgia comienza con la antigua bendición de Dios sobre los israelitas: el Señor te bendiga y te guarde, el Señor haga brillar su rostro sobre ti y te tenga misericordia, el Señor te mire con bondad y te dé paz. Al finalizar este año en particular, uno que ha traído dificultades y ansiedad a todos, los fieles necesitamos todas las bendiciones posibles. A medida que se abre la puerta del 2021, estamos un poco temerosos de lo que vendrá, pero al mismo tiempo tenemos la esperanza de que con Jesús tendremos la fuerza y la convicción para perseverar.
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