El Burro de Dios

El Burro de Dios March 29, 2012

Este domingo nos unimos a la Iglesia universal para recibir a Jesús quien baja por el Monte de los Olivos a Jerusalén para celebrar la Pascua Judía.  Con palmas alzadas y cantando, “Hosanna al Hijo de David,” vamos alegres al encuentro de nuestro Salvador quien viene sentado sobre un burro.

Los burros no son contados entre las creaturas más hermosas de Dios.  Ciertamente ser llamado un burro no es un halago.  Aun así, un pobre y humilde burro se convirtió en el trono de Jesús cuando entró triunfalmente a Jerusalén.  Su humilde entrada cumple la antigua profecía que el Mesías entraría a Jerusalén montado en un burrito.

El santo español Josemaria Escriva de Balaguer halaga las virtudes del burro que son dignas de seguir.  Escribe en su obra Forja, “¡Ojalá adquieras las virtudes del borrico!: humilde, duro para el trabajo y perseverante, ¡tozudo!, fiel, segurísimo en su paso, fuerte y – si tiene buen amo – agradecido y obediente.”

Por otro lado, el poeta ingles G.K. Chesterton nota la insensatez del burro en su poema “The Donkey.”  Luego de reconocer su falta de belleza, el burro revela al lector un gran secreto, que un día hace mucho tiempo vivió un momento triunfal donde la gente lo aclamaba con gritos y ponían palmas en sus pies.  El burro equivocadamente piensa que las alabanza dirigidas a Jesús durante su entrada a Jerusalén fueron para el.  ¡Qué burro tan tonto!

El burro del evangelio nos enseña una lección.  Debemos ser como él, humilde, duro para el trabajo, fiel y obediente mientras reconocemos que todo lo que somos y tenemos ha sido dado por Dios.  No podemos apropiarnos de aquello que pertenece a Dios, si no corremos el riesgo de ser tan tontos como el borrico del poema de Chesterton.  Convertirnos en el burrito de Jesús, en un burro de Dios, es un papel digno para nosotros, trabajando duro para el Reino de Dios, siempre obedientes al Maestro y reconociendo la bondad de Dios en nuestras vidas.

San Josemaria recomienda la siguiente oración, “¡Ah Jesús! Me has hecho tu borriquillo; no me dejes y estaré siempre Contigo.  Llévame fuertemente atado con tu gracia – me has cogido por el ronzal y hazme cumplir tu Voluntad.  ¡Y así te amaré por los siglos sin fin!


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