Iluminados por la fe

Iluminados por la fe December 3, 2012

 

Aunque San Pablo recibió el don de la fe de un momento a otro mientras iba en camino a Damasco, la fe se recibe normalmente de forma gradual al pasar uno de las tinieblas de la ignorancia, a la luz de la fe.  En su evangelio San Juan narra magníficamente cómo crece en la fe el ciego de nacimiento, quien después de haber recibido la vista milagrosamente, gradualmente llega a reconocer a Jesús como el Hijo del Hombre.  El proceso por el cual este hombre profundiza su fe es un proceso desafiante, haciéndonos recordar que el camino de fe suele ser difícil pero que es en la perseverancia ante las pruebas, que la fe se refina y fortalece.

Cuando le preguntaron por primera vez quién le abrió los ojos, el ciego de nacimiento respondió, “este hombre que se llama Jesús hizo barro y lo puso sobre mis ojos.”  El hombre luego reconoció que no sabía donde estaba Jesús, lo cual indica que eran desconocidos.

Como Jesús había sanado al hombre un sábado, presentaron al ciego de nacimiento ante los fariseos, quienes lo cuestionaron severamente.  Los fariseos lo contradecían, poniendo en duda el origen del poder de Jesús diciendo que Jesús no podía venir de Dios.  Cuando los fariseos le preguntaron al hombre que decía él acerca de quien le abrió los ojos, el ciego de nacimiento ahora respondió, “es un profeta.”

Al llegar este momento, los padres del ciego de nacimiento rechazaron a su hijo al no querer involucrarse en la investigación de los líderes judíos.  “Tiene bastante edad, pregúntenle a él,” respondieron ellos cuando los interrogaron.

Los fariseos siguieron fastidiando al ciego de nacimiento, insultándolo y finalmente echándolo de la sinagoga.

De repente se acercó Jesús al hombre y le preguntó, “¿crees en el Hijo del hombre?” a lo cual el hombre respondió, “¿Quien es, señor, para que crea en él?”  Jesús le dijo, “Tu lo has visto: es el que te está hablando.”  El hombre respondió, “Creo, Señor,” y se postro ante él.

El camino de fe del ciego de nacimiento es uno de iluminación gradual.  Al inicio consideró a Jesús sólo como un hombre desconocido, pero después de la intensa interrogación lo reconoció como profeta.  Finalmente, después de haber recibido humillaciones y haber sido echado de la sinagoga, el hombre hace una profesión de fe, “Creo, Señor.”

Así como Jesús le abrió los ojos al ciego de nacimiento para que vea la luz y no permanezca en la oscuridad, Jesús le abrió al ciego los ojos de la fe para que pase de la ignorancia a creer en él.  Este pasaje bíblico nos recuerda que el don de la fe suele llegar gradualmente, mientras pasamos de las tinieblas a la luz.  También nos enseña que al crecer y profundizar en la fe, no nos faltarán las dificultades.  Cristo nos ilumina con el don de la fe; nuestro deber es mantener esa llama prendida siempre, para estar preparados para recibirlo cuando veamos cara a cara a Nuestro Redentor.

La Piscina de Siloam (Jerusalem 2006) donde el ciego de nacimiento se lavo los ojos

 

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