Predicando en las periferias

Predicando en las periferias

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Existe una historia conocida sobre del encuentro entre San Francisco de Asís y un hombre con lepra. Una pequeña capilla rural cerca de Asís marca el lugar donde ocurrió este evento el cual marcó la vida de San Francisco. La historia relata cómo Francisco al oír una campana anunciando la llegada de un leproso se encaminó en la dirección opuesta como solía hacer. Todo leproso vivía al margen de la sociedad sin disfrutar de ningún beneficio. En esta ocasión sin embargo, Francisco paró y regresó. Acercándose al leproso, lo abrazó y le dio un beso. Este fue un momento trascendental en la vida del santo, pues por primera vez vio a un leproso como un ser humano.

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San Francisco y el leproso, Asis

Reflexionando sobre este encuentro durante la convocatoria de líderes católicos en Orlando el mes pasado, el Cardenal Sean O’Malley de Boston observó que San Francisco no sanó al leproso, pero más bien fue el leproso quien sanó al santo. Pasado el encuentro, el leproso continúo sufriendo de lepra, pero San Francisco si fue sanado de su vanidad y temor. El leproso encaminó al santo hacia la conversión y santidad. Este encuentro, el cual ocurrió al margen de la sociedad, transformó a Francisco para siempre ya que en ese momento se encontró con Cristo. Fue entre aquellos excluidos de la sociedad, en la periferia, que San Francisco tuvo un encuentro con Jesús.

Considerando el tema de la evangelización, el Cardenal O’Malley señaló que la misión de la iglesia la cual brinda alivio a los enfermos y adoloridos prepara el camino para la evangelización. Las obras de misericordia no son acciones extra para un cristiano, sino más bien son parte esencial de la misión cristiana. “La misericordia es la medicina que cura la tristeza en el corazón de quien la practica y de quien la recibe”, señaló O’Malley.

En su exhortación Evangelii Gaudium, el Papa Francisco declara que la iglesia debe siempre estar “en salida,” saliendo de su propia comodidad para llegar a toda persona, especialmente las periferias que necesitan la luz del evangelio (EG, 20). Es al salir al margen de la sociedad que los necesitados reciben la misericordia que añoran y es ahí donde los agentes pastorales son convertidos y transformados. Haciendo una referencia a la última cena, el Cardenal O’Malley expresó que “debemos dejar de pelear por el primer lugar en la mesa y empezar a pelear por la toalla.”

El Caballero Supremo de los Caballeros de Colón, Carl Anderson, retó a los delegados presentes en la convocatoria diciendo, “donde hay sufrimiento, Jesús está allí; y donde está Jesús, debo estar yo también. Jesús ya está en la periferia, ¿estarán también ahí sus discípulos? ¿Si Cristo ya está allí, puede realmente ser una periferia? Es nuestra propia falta de visión que nos mantiene lejos”.  El evangelio exige que vayamos donde la necesidad es mayor. Es fácil esconderse detrás de estructuras limpias y claras, sin embargo, el evangelio requiere que nos ensuciemos las manos. Santa Teresa de Calcuta, San Francisco de Asís y el próximo Beato Stanley Rother comprendieron esta necesidad urgente de estar en salida, convirtiéndose en eficaces evangelizadores desde la periferia.

En noviembre del 2013, el Papa Francisco abrazó a Vinicio Riva, un hombre cubierto de tumores. Ese momento fue Francisco abrazando al leproso, el Papa mostrando el camino hacia la periferia por medio de sus acciones y palabras.  “Es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo.  La alegría del evangelio es para todo el pueblo, no puede excluir a nadie” (EG, 23).

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Capilla de Maria Magdalena cerca de Asis donde San Francisco tuvo el encuentro con el hombre con lepra

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