El camino correcto

El camino correcto February 6, 2019

Cuando estaba en el quinto grado recuerdo colocar frijoles sobre unas bolas de algodón húmedo dentro de vasos de plástico transparente y esperar. En pocos días un tallo brotó de uno de los frijoles. Aún recuerdo bien la emoción que sentí al ver vida brotar de un frijol tan seco y sencillo.  El tallo creció rápidamente y su color verde hacia contraste con el grano oscuro.  No recuerdo exactamente el tema del proyecto de ciencias que estaba llevando a cabo, pero si recuerdo mi asombro ante la nueva vida que surgió sin esfuerzo alguno delante de mis ojos.

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Al crecer en una finca pude observar una y otra vez el poder de la naturaleza y cómo surge la vida.  Veía como sembraban semillas en los campos arados y como después de las lluvias de primavera surgía nueva vida de la tierra.  Veía nacer terneros los cuales a veces necesitaban ser jalados con una soga atada en sus patas delanteras mientras la vaca pujaba.  Los terneros recién nacidos se paraban rápidamente, seguían a su madre, tomaban leche y si se les separaba gritaban llamando a su madre desesperadamente. Fui testigo de cómo los animales regresaban a la tierra después de la muerte, en particular en el bosque más allá de la sala de ordeño.

Recientemente pasé un tiempo con una prima y su esposo mientras esperaban que nazca su primer hijo. Apenas tres días después de mi partida el bebé nació. Es siempre alentador ver a una mujer embarazada con una vida dentro de ella que crece y patea. La manera en que surge una vida de donde antes no existía es un recordatorio de la presencia y labor constante de Dios. Es una presencia silenciosa pero potente, así como un tallo crece de un frijol o como un bebé recién engendrado crece en el vientre de su madre.

Cientos de miles se congregaron en Washington DC para defender el derecho a la vida. En su 46º aniversario, esta marcha es una expresión concreta y fuerte de lo que millones creen: toda vida es preciosa desde su inicio y debe ser defendida sobre todo en su inicio ya que es frágil y no tiene su propia voz. Los participantes de la marcha desean ser la voz para quienes no la tienen, en particular para aquellos millones que no tuvieron la opción de vivir.

El previo arzobispo de Chicago, el Cardenal Joseph Bernardin, cuestionó que si no se defiende el valor de la vida humana, ¿cómo puede cualquier otro valor humano o derecho defenderse? No hay ningún valor más fundamental que la propia vida humana, por lo tanto, sin defender la vida humana, no podemos defender ningún otro valor humano. Bernardin también escribió: “cuanto más se venera la vida humana en todas sus etapas, más uno se compromete a preservar la vida de los no nacidos, pues esta es la vida humana en su más temprana y vulnerable etapa.”

Una vez terminado mi proyecto de quinto grado recuerdo no poder botar a la basura la vida que había surgido de los frijoles, así que la planté en el jardín.  Como un niño de solo diez años presentí que sería algo malo botar esta vida en un basurero.  ¡Cuánto más preciosa es una vida humana! Solo la conversión de corazones y mentes llevará a un cambio en nuestra sociedad donde el valor de la vida sea respetado y valorado por todos. Pero solo un paso a la vez, una marcha a la vez, será posible que corazones cambien y que sea renovada nuestra sociedad.

Picture from Pixabay, free for use.


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