Inicio de la cuaresma en el desierto

Inicio de la cuaresma en el desierto

En Israel hay un monasterio construido sobre un cerro de donde uno ve una de las ciudades más antiguas del mundo, Jericó, continuamente habitada por 11,000 años.  Del monasterio también uno ve el rio Jordán, lugar del bautismo de Jesús.  Este monasterio donde viven unos monjes griegos marca el lugar donde inicia toda cuaresma: con Jesús en el desierto por cuarenta días.

San Lucas escribe que Jesús fue conducido al desierto por cuarenta días para hacer oración y ofrecer sacrificios.  Se mantuvo separado del mundo para prepararse adecuadamente para llevar a cabo de misión que Dios Padre le había confiado.  Así como un atleta hace ejercicio por meses antes de una competencia, de la manera que un soldado se entrena por un largo tiempo antes de ir a la guerra, y de la misma manera que un músico practica su instrumento todos los días antes de dar un concierto, Jesús prepara su alma antes de iniciar su ministerio público.  Jesús tiene que ser fortalecido antes de emprender la misión de anunciar el evangelio.

Durante la cuaresma imitamos estos cuarenta días de Jesús en el desierto.  Es un tiempo para ejercitar nuestra alma y todo nuestro ser de una manera espiritual para que por el resto del año podamos mantenernos fieles a Jesús.  Este tiempo de cuaresma nos invita a hacer penitencia al ofrecer sacrificios al Señor.

Si podemos ofrecerle a Dios algo pequeño como ‘comer menos’ o ‘limitar el uso del celular’ o ‘no comer dulces,’ estas prácticas pequeñas fortalecen nuestra voluntad.  Si podemos decir ‘no’ a ciertas cosas pequeñas, luego estaremos mejor preparados para rechazar tentaciones y pecados graves que surgen en nuestras vidas.

Como sacerdote he conocido a muchas personas que dicen, ‘Padre, el día que decidí acercarme a Dios, de cambiar mi vida, empezaron a ocurrir muchas dificultades y muchos problemas.’  Quizás a algunos de ustedes les ha ocurrido, o conocen a personas a quienes les ha ocurrido.  Debemos recordar que el demonio hace todo lo posible para desviarnos, especialmente cuando tomamos una decisión firme de servir al Señor.  Cuando el enemigo ve que nuestros esfuerzos darán buen fruto en nuestras vidas y en las vidas de los demás, el demonio hará todo lo posible para desanimarnos, tentarnos y separarnos de Dios.  Es precisamente esto lo que le ocurre a Jesús en el desierto.  Jesús se está preparando para su ministerio público, un ministerio que cambiará el curso de la historia y que hoy 2000 años después continúa dando buen fruto.  El demonio estaba desesperado por desviar el plan de Dios.  Cuando hay buenos frutos, ahí precisamente tenemos que estar más atentos a la tentación del enemigo y mantenernos fuertes.

La cuaresma es un tiempo para arreglar nuestra relación con Dios mientras fortalecemos nuestra voluntad y nuestro deseo de ser fieles discípulos.  La cuaresma es una invitación a acompañar a Jesús en el desierto para que al imitarlo podamos crecer en santidad y fortaleza.

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