La Iglesia Católica en Georgia y Monseñor Hartmayer

La Iglesia Católica en Georgia y Monseñor Hartmayer

Cuando el primer congreso católico de Georgia se llevó a cabo en Augusta el 2 de abril, 1826, sólo tres iglesias existían en el estado, entre ellas la Purificación de la Santísima Virgen María cerca de Sharon, San Juan Bautista en Savannah, y San Patricio en Augusta. Cuando la Diócesis de Savannah fue creada con la división de la Diócesis de Charleston en 1850, su primer obispo Monseñor Gartland sólo tenía 5.500 almas católicas bajo su cuidado pastoral en todo el estado. A medida que el número de católicos aumentó en el norte de Georgia, Roma dividió la Diócesis de Savannah en 1956 para crear la independiente Diócesis de Atlanta. Unos años más tarde, esta fue elevada al rango de arquidiócesis debido al alto número de católicos presentes dentro de ella, y al crecimiento que la ciudad estaba experimentando. Hoy en día, la Arquidiócesis de Atlanta es la iglesia local con mayor crecimiento en los Estados Unidos, y la cuarta más grande del país. Desde sus humildes inicios con pequeñas misiones en la costa Atlántida fundadas en la década de 1590 por misioneros españoles, refugiados franceses y haitianos en la década de 1790 que se establecieron en Savannah, así como agricultores y trabajadores ingleses e irlandeses católicos, la Iglesia Católica en Georgia es dinámica y continúa creciendo.

Monseñor Gregory J. Hartmayer, OFM Conv, fue instalado como séptimo Arzobispo de Atlanta el 6 de mayo, 2020, y yo tuve la gran oportunidad de asistir a la ceremonia. Incluso en medio de una pandemia mundial, la Iglesia Católica continuó marchando hacia adelante. El arzobispo declaró que no quería retrasar la ceremonia ya que quería ponerse a trabajar de inmediato.  Las primeras palabras de su homilía resonaron: “Habrá un solo rebaño y un solo pastor. Esta tarde estoy aquí ante ustedes con sentimientos de humildad, agradecimiento y alegría dentro de esta bendecida y hermosa Catedral a Cristo Rey para aceptar mi nombramiento del Papa Francisco a esta extraordinaria Sede de Atlanta.”

La Catedral de Cristo Rey estaba vacía cuando aún quedaban pocos minutos antes de que el recientemente nombrado arzobispo tocara su puerta el 6 de mayo. Una pequeña delegación compuesta por cuatro obispos y cuatro sacerdotes se dirigió apresuradamente desde la sacristía hasta la puerta de la catedral para dar la bienvenida al arzobispo. Después de tres golpes, las puertas se abrieron y permitieron que la luz natural brille dentro de la iglesia.  El rector de la catedral, Monseñor McNamee, dijo cálidamente: “Monseñor Hartmayer, en nombre del clero, los religiosos, y del Pueblo de Dios, le doy la bienvenida a su catedral”. El arzobispo ingresó para dar inicio a la ceremonia de toma de posesión de la catedral y saludó a la comitiva con las palabras: “Que la paz sea para esta casa”. Después de besar un crucifijo y bendecirse a sí mismo y a los presentes con agua bendita, comenzó la procesión litúrgica. El breve intercambio en la puerta es un ritual ricamente simbólico donde el nuevo prelado entra en la catedral no por la fuerza, sino llamando a la puerta. Las puertas se abren para él mientras los fieles de la arquidiócesis lo acogen en sus corazones como el pastor principal de su Iglesia local.

El Nuncio Apostólico se dirigió desde Washington D.C. por video ya que la pandemia del COVID-19 le impidió viajar a Atlanta. Después de leer el Mandato Apostólico del Papa Francisco relevando al nuevo arzobispo de sus funciones como Ordinario de Savannah y nombrándolo a su nuevo puesto, el Diácono Dennis Dorner declaró: “Que el Colegio de Consultores examine el Mandato Apostólico”. Un número seleccionado de los miembros de este grupo consultativo de sacerdotes inspeccionó el documento enviado desde Roma. Esta acción evoca a los viejos tiempos en los que el sello papal era detalladamente examinado para asegurarse que el documento fuera original.

Monseñor Konzen, Obispo Auxiliar de Atlanta, continuó examinando al nuevo arzobispo con la siguiente pregunta: “¿Está dispuesto a servir al pueblo de esta arquidiócesis en la tradición de la fe apostólica de la iglesia?” Monseñor Hartmayer respondió con confianza: “Con fe en nuestro Señor Jesucristo, y con el amor de Dios en mi corazón, acepto el cuidado pastoral del pueblo de Dios en la Arquidiócesis de Atlanta. Serviré fielmente las necesidades espirituales de esta Iglesia local”. Al concluir los aplausos, el báculo del primer obispo de Atlanta, Monseñor Hyland, quien fue instalado como obispo en la misma iglesia en 1956, fue presentado al arzobispo.

Como sacerdote de la Diócesis de Savannah, disfruté del humor del nuevo arzobispo cuando señaló en broma que este nombramiento era un descenso, ya que ahora tiene a su cargo sesenta y nueve condados, mientras que como obispo de Savannah tuvo noventa. A pesar de tener un territorio más extenso, la Diócesis de Savannah sólo cuenta con el 8% de la población católica del estado de Georgia. La presencia católica en Georgia es rica en historia y diversidad: desde los frailes franciscanos, el Venerable Pedro de Corpa y compañeros, que valientemente dieron sus vidas por defender el sacramento del matrimonio en 1597, e innumerables católicos que mantuvieron la fe a lo largo del siglo diecinueve en circunstancias adversas en lugares como Locust Grove, Washington, y Willachoochee, hasta la dotada autora Flannery O’Connor , y el gran número de inmigrantes que han sido recibidos incluyendo franceses, irlandeses, checos, alemanes, cubanos, vietnamitas, filipinos, mexicanos, haitianos, guatemaltecos, birmanos, nigerianos y muchos más.

El amor y el cuidado que Monseñor Hartmayer ha ya demostrado por su rebaño asegurará que la Iglesia Católica en Georgia siga creciendo y dando frutos. Su experiencia como párroco de una comunidad diversa en Jonesboro, y sus viajes por el sur de Georgia han aumentado su amor por todos los católicos de Georgia, especialmente aquellos que se encuentran en una tierra extranjera. En 2014, en un mensaje a los fieles de Savannah, escribió: “Nuestro país y nuestra Iglesia siempre han sido un lugar donde el forastero, el inmigrante, es acogido. Tengo un gran afecto por las personas de profunda fe y devoción que han abandonado su país por una mejor forma de vida”. El Espíritu Santo lo guiará y fortalecerá, ya que ahora representa una fuente de mayor unidad y colaboración para todos los católicos de Georgia.

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