Crecí en medio de disturbios y conflicto social. Hasta cumplir los nueve años, coches bomba, toques de queda, asesinatos, puntos de control militares, secuestros y apagones eran comunes. A finales de la década de 1980, la ciudad donde vivía estaba bajo asedio. En 1991, la violencia forzó que mi familia salga del Perú, y esta continuó aun durante varios años.
Estas últimas semanas han sido turbulentas con protestas, disturbios, violencia y muerte en los titulares. Como cuando era niño, todo un segmento de la población se siente tan marginada que ve los disturbios como la única vía a través de la cual se les puede escuchar. El Arzobispo José Gómez de Los Angeles declaró recientemente: “Las protestas y disturbios en nuestras ciudades reflejan la frustración justificada de millones de hermanos y hermanas “. Cuando era niño la mayoría de los peruanos no tenían acceso a una educación, a servicios de salud o mercados. La experiencia de la mayoría de la población indígena consistía primeramente de marginación y opresión. Las guerrillas izquierdistas canalizaron el descontento a su favor y se levantaron contra el gobierno.
Nuestra sociedad estadounidense tiene dificultades para abordar que afectan desproporcionadamente a los pobres y a las personas de color. Aunque el racismo todavía existe en nuestro país, la creencia de que alguien es inferior a mí debido a su raza, muchos de los temas que enfrentamos no son claramente racistas, sino que pueden entenderse en categorías raciales. La Iniciativa de Justicia Equitativa argumenta que la accesibilidad a recursos económicos y no la culpabilidad informan las decisiones del sistema de justicia penal estadounidense. Muchos de los que son acusados de crímenes carecen de los recursos necesarios para obtener la ayuda que necesitan, lo que lleva a condenas injustas y sentencias excesivas. Muchas prisiones se han convertido en lugares para custodiar a los pobres y enfermos mentales. Los Estados Unidos posee el 25% de la población encarcelada del mundo, mientras que sólo cuenta con el 5% de la población, y el número de personas encarceladas ha aumentado de 200.000 a 2,2 millones en cincuenta años.
La Iniciativa de Justicia Equitativa sostiene que el sistema de justicia penal sigue siendo la institución menos afectada por el Movimiento de Derechos Civiles visto a través de la disparidad racial en sus decisiones, el encarcelamiento en masa y la presunción de culpabilidad de las personas de color. Un informe del Consejo Nacional de Investigación de 2014 indica que todos los estadounidenses, independientemente de su raza, usan drogas en cantidades similares, pero los arrestos de afroamericanos relacionados a drogas son tres o cuatro veces más altos que los de los blancos. Un estudio del Pew Research Center de 2017 informa que aunque los afroamericanos y los hispanos representan aproximadamente el 28% de la población, estos representan el 56% de los encarcelados. La Iniciativa afirma que se espera que uno de cada tres bebés negros vayan a la cárcel o prisión en algún momento de su vida.
El Cardenal Turkson de Ghana mencionó recientemente que “los Estados Unidos tiene una larga historia de manifestaciones no violentas. Martin Luther King lideró muchas de estas y no eran violentas porque estaban bien planeadas y tenían un líder. Lo que presenciamos en estos días es una erupción espontánea de ira y el sentimiento de la gente contra todo lo que está sucediendo”. La Iglesia Católica es defensora de la dignidad inviolable de toda persona humana. Nuestra creencia nos impulsa a elevar la voz y actuar. Turkson concluyó: “El racismo es un problema muy extendido y difuso en la sociedad. [Debemos enseñar que]… compartimos la misma dignidad que Dios nos otorga, creados a su imagen y semejanza”.