Lazos de familia y fe

Lazos de familia y fe

Cuando mi tatarabuelo emigró a Perú en 1874, fue el primero de cuatro hermanos en hacer el largo y arduo viaje desde el puerto de Génova, Italia, pasando por el Estrecho de Magallanes hasta el Callao, que está a pocos kilómetros de Lima. El joven de dieciocho años fue empleado por un hombre mayor llamado Benedetto Maggi que provenía de una ciudad cercana a la ciudad natal de Emmanuele. Ocho años después, su joven novia Paola completó el mismo viaje desde Italia con su hermano Luigi, y como el mayor de muchos hermanos, Emmanuele se aseguró de que sus hermanos lo siguieran a Perú, donde existían muchas oportunidades de trabajo.

Recuerdo una vez cuando era niño, una tía mayor dijo que el hermano menor de Emmanuele emigró a los Estados Unidos en lugar de a Perú. Durante años busqué documentos para confirmar la existencia de este hermano menor llamado Giuseppe, así como posibles descendientes en los Estados Unidos. Hace unos diez años ubiqué el acta de bautismo de Giuseppe en la pequeña parroquia rural de Pieve Ligure, confirmando por primera vez que este hermano existió. Hace unos dos años descubrí su certificado de defunción el cual mostró que murió joven en Italia dejando dos niños pequeños. De repente, la vieja historia familiar parecía ser incorrecta, Giuseppe murió antes de que fuera capaz de ir a cualquier lugar.

Mientras buscaba descendientes de los hijos de Giuseppe surgió un resultado inesperado. Descubrí que el hijo de Giuseppe murió en 1990 en Los Angeles, California. La tradición familiar había estado parcialmente incorrecta, pero en general capturó la verdad de que un pariente Migone había emigrado a los Estados Unidos. Inmediatamente comencé una búsqueda para encontrar descendientes. Hace unas dos semanas tuve el placer de conocer a Jay Migone y su esposa Felicia, bisnieto de Giuseppe y primo en tercer grade de mi padre.

La fe nos informa que existe la unidad entre todo ser humano por ser hijos de Dios. Independientemente de nuestras diferencias, hemos sido creados por el amor del mismo Dios, y eso genera un vínculo inviolable entre nosotros. Sin embargo, a través de mi investigación genealógica, he descubierto que la genealogía nos coloca en el gran plano de la humanidad, ya que identifica dónde pertenecemos dentro del mar de millones de seres humanos. La genealogía nos ancla y nos permite vivir conscientes que somos la versión actual y presente de millares de ancestros que nunca conocimos.

Mi deseo al investigar a mis descendientes y grabar sus muchas historias es que cada miembro de mi familia llegue a conocer mejor su pasado y se sienta más conectado con él, y con el lugar que ocupa en la existencia humana.  Un árbol genealógico revela que es imposible ser un hombre o una mujer hechos por sus propios esfuerzos porque cada uno de nosotros depende de aquellos que han venido antes que nosotros.

Al repasar la lista de mis antepasados, 29 de mis 32 tatatarabuelos eran católicos (los tres restantes eran judíos). La fe en Jesucristo que mis antepasados aceptaron, es la misma fe mía. La genealogía y la fe dan fundamento a mi humanidad y mi espiritualidad, dándome una visión más clara de dónde vengo, quién soy y a dónde voy. Mi encuentro con Jay y Felicia me recordó que todos estamos conectados, y estamos llamados a mostrar el mismo amor y cariño hacia a todos, porque al final, todos estamos conectados por lazos de familia y fe.

Picture is mine, all rights reserved.  Familia Migone en Ancon, Peru, 1960.


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