Desafio de Hoy

Desafio de Hoy January 21, 2013

Todo período de la historia ha presentado desafíos. Es fácil glorificar los buenos tiempos de antaño y tomar en cuenta principalmente los problemas de la actualidad, sin embargo, Dios ha escogido que vivamos en estos tiempos y que bendigamos el bien y combatamos el mal del tiempo actual.

Uno de los principales males de nuestra generación emerge cada año en enero con el aniversario de la decisión del Tribunal Supremo Roe v. Wade, el cual en 1973 legalizó el aborto en los Estados Unidos. Es responsabilidad de nosotros que vivimos en el día de hoy desafiar la presencia de esta decisión legal.  Las palabras del profeta Isaías donde él anhela la victoria de Jerusalén en medio de dificultades pueden convertirse en nuestras propias palabras, “Por amor a Sión no me callaré, por amor a Jerusalén no descansaré, hasta que irrumpa su justicia como una luz  radiante y su salvación, como una antorcha encendida.”

La Iglesia no permanecerá callada ni descansará hasta que la victoria brille como una antorcha encendida. Tenemos esperanza porque Jesucristo ya ha ganado la victoria; es nuestro deber batallar fielmente sabiendo que la victoria final ya está asegurada. Esta semana miles se reunieron en Washington DC en la Marcha Pro-Vida, haciendo una declaración pública que desafía la legalización del aborto en este país.

El ex arzobispo de Chicago, el Cardenal Joseph Bernadin, cuestionó que si no se defiende el valor de la vida humana, ¿cómo puede cualquier otro valor humano o derecho defenderse? No hay ningún valor terrenal más fundamental que la propia vida humana, por lo tanto, sin defender la vida humana, no podemos defender ningún otro valor humano. Bernadin también escribió: “cuanto más se venera la vida humana en todas sus etapas, más uno se compromete a preservar la vida de los no nacidos, pues esta es la vida humana en su más temprana y vulnerable etapa.”

Toda acción y política que viola la dignidad de la vida humana debe ser objetada. Esto no es a causa de alguna agenda política o activismo partidista, sino más bien de un deseo de defender la dignidad de la vida humana, la cual debe ser respetada y defendida en todo momento.

Dios no deja de llamarnos al arrepentimiento.  Por lo tanto, durante estos días podemos como individuos y especialmente como una nación, arrepentirnos de las acciones pecaminosas que suceden cada día en nuestro país, ofreciendo nuestras oraciones y sacrificios como expiación por ellas. En el arrepentimiento encontramos el perdón, en el perdón encontramos la esperanza y en la esperanza encontramos la paz. Debemos orar para que las autoridades escuchen este llamado al arrepentimiento y cambien las leyes de nuestro país. No podemos subestimar el poder de nuestras oraciones y no debemos desanimarnos.  ¡Cristo es ya victorioso!


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