La primera vez que visité Savannah, mi familia partió un sábado temprano de Augusta para asistir a una Misa en la catedral. Tenía yo doce años y recuerdo con mucha claridad que quedé impactado por la belleza del templo. Ese año mis padres celebraron veinticinco años de matrimonio, y el obispo Lessard celebró una Misa honrando a todos aquellos de la diócesis que celebraban bodas y plata y de oro. Recuerdo que durante la celebración, el obispo Lessard indicó que recientemente había sido nombrado un nuevo obispo y que el Padre Kevin Boland sería el próximo obispo de la diócesis.
Teniendo doce años y no siendo un estudiante de escuela católica, no podía ni imaginarme que el obispo Boland firmaría mi diploma de graduación de Aquinas High School en Augusta y que nueve años más tarde, él mismo firmaría mi certificado de ordenación al sacerdocio. Que me iba a imaginar que veintiún años después de asistir esta Misa, estaría presente en la misma catedral para los servicios funerarios del obispo Lessard.
Hace algunos años durante una cena previa a una boda, unos invitados que hicieron un brindis comentaron que el destino había unido a los nuevos esposos. Esa misma noche cambié mi homilía y decidí hablar al día siguiente sobre la providencia. Animé a la pareja a reconocer que la Providencia de Dios los había unido, no la suerte o el destino. Mencioné como Dios introduce personas en nuestras vidas por una razón ya que El no actúa caprichosamente, sino más bien, siempre actúa con propósito. En su deseo de ser un padre amoroso, Dios prevé nuestras necesidades y nos otorga lo que sea necesario.
Cada día interactuamos con personas que pasan por nuestras vidas momentáneamente o por solo un breve momento. El encuentro puede ser positivo como cuando un desconocido le pagó a mi hermana sus compras el mes pasado, o puede ser negativo como cuando un hombre me sacó mi cuello de sacerdote mientras cruzaba un puente y lo arrojó al río. Como cristianos, creemos que todos los eventos de nuestras vidas son ordenados por un Dios providente que desea cosas buenas para nosotros. Por esta razón es posible tomar a cada momento, encuentro, conversación o pensamiento y hacer una simple pregunta, “Señor, ¿qué estás haciendo aquí?”
El Papa Benedicto XVI expresó que el origen de la vida en una visión cristiana es la razón, el logos, Jesucristo, por quien fueron hechas todas las cosas. Toda la creación es razonable ya que su origen es la razón y no es el simple producto del chance. Jesús dice que “aún los cabellos de tu cabeza han sido contados, no tengas miedo”. En los tiempos buenos y malos, Dios Padre prevé por nosotros y en su providencia, eleva todas nuestras experiencias de vida hacia El donde estas son enriquecidas con significado y propósito.
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