Viviendo con Miedo y Armas

Viviendo con Miedo y Armas June 13, 2018

Una de las frases más repetidas en la Biblia es “no tengas miedo”.  No hemos sido creados para vivir con miedo, y esta frase es un recordatorio de Dios mismo de esta realidad. Desde cuando Dios llamó a Abram, hasta cuando el Arcángel Gabriel anunció la buena nueva a la Virgen María, Dios nos ha dejado claro que no debemos tener miedo. En la Misa inaugural del pontificado de San Juan Pablo II en 1978, el nuevo Papa desafió al mundo a no tener miedo: «no tengan miedo. Abran – aún más – abran de par en par las puertas a Cristo”.

Cuando yo era un niño en el Perú, todos vivíamos en constante temor.  Siendo aún niño ciertamente estaba protegido de muchos de los peligros que afligían al país en la década del 80, pero era imposible ignorar los frecuentes apagones, las bombas, y las noticias diarias en la televisión que reportaban fuegos, gritos y asesinatos. Cuando en abril de 1991 el miedo llegó a casa, mis padres tuvieron que tomar una decisión. Al haber sobrevivido a un intento de asesinato, mi padre tuvo que elegir cuidadosamente su respuesta. Descartó armarse sí mismo siendo un firme creyente en que las armas incitan más violencia. También descartó contratar seguridad armada por dos razones.

En primer lugar, mi papá consideró cuánto tendría que pagarle a un hombre para que recibiera una bala cuando llegara el momento. No encontraba dentro de sí el salario adecuando para un guardaespaldas. En segundo lugar, si contrataba a un guardaespaldas, consideraba su familia. ¿Cómo podría mi papá enfrentarse a la familia y los seres queridos del guardaespaldas después de su muerte? También pensó mudarse a la ciudad ya que vivíamos en el campo, pero sólo sería una cuestión de tiempo hasta que los terroristas nos encontraran.

Para vivir sin miedo, mi padre tomó la difícil decisión de dejarlo todo y de transferir a su familia a Augusta, Georgia. Sin duda podría haber elegido algo distinto, pero esta fue su decisión y la respeto enormemente.

En la actualidad hay muchas personas en los Estados Unidos que viven con miedo cuando no debería ser. Me parece escandaloso e inimaginable que estudiantes de secundaria tengan simulacros para ataques armados. Un estudiante de secundaria no debería sentir miedo al ingresar por las puertas de su escuela ya que esta debe ser un lugar seguro. Comprendo y respeto a los estudiantes que han dicho “basta” y buscan un cambio.

Hay diversas maneras de proceder. En un momento cuando debe existir un diálogo abierto, sincero y tranquilo, me parece vergonzoso que muchos han recurrido a los insultos, conjeturas, y la falta del reconocimiento del miedo con que miles de estudiantes viven. Quizás la solución sea colocar policías armados en las escuelas, o un incrementado control de armas, o armar a los maestros, o la limitación de los puntos de acceso a las escuelas, etc, todas las opciones deben considerarse.  Tenemos que escuchar cuidadosamente a aquellos clamando debido al temor, de lo contrario, pisoteamos su dignidad e ignoramos su lamento legítimo.

Mi padre escogió no armarse sí mismo ni a quienes lo rodeaban. Me daría gusto que más personas reconocieran fortaleza detrás de esta opción.  Tal vez no sea la solución apropiada para toda situación, pero siempre se debe considerar.

Después de todo, si mi papá hubiese elegido diferente, yo no estaría escribiendo este artículo como un sacerdote para esta publicación.

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