La belleza conduce a Dios

La belleza conduce a Dios May 1, 2019

Mientras estudiaba italiano en la hermosa ciudad de Siena en la Toscana hace varios años, entré en la pequeña biblioteca de la escuela de idiomas y encontré un libro sobre el arte italiano. Ojeando el libro que estaba bien pesado hallé la obra maestra de Fra Angelico, la Anunciación. Después de haberme encontrado con esta pintura varias veces pensé que sería bueno verla en persona. Luego de regresar el libro a su lugar agarré a una guía turística de Florencia y la abrí a una página cualquiera. Para mi gran sorpresa allí estaba otra vez: la Anunciación de Fra Angelico. La Providencia había hecho planes para mí en solo unos cuantos segundos. En ese momento decidí que el próximo sábado iría en tren a Florencia para ver esta pintura con mis propios ojos en el Convento de San Marcos.

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Al subir las escaleras del convento medieval me llamó la atención la ubicación sobresaliente de la Anunciación. La imagen estaba en la parte superior de las escaleras así todo fraile podía admirarla al pasar por allí.  Parecía estar suspendida sobre el aire fuera del tiempo y su belleza emanaba sin importar si había alguien presente o no para admirarla.  Me llamó la atención las caras dóciles del Arcángel y de la Virgen, los colores vivos, y las líneas simples que creaban el pórtico donde ocurrió la acción de la obra. Al recorrer el resto del convento reconocí algunas otras obras de Fra Angelico en las paredes de las celdas, entre ellas una rendición de Santo Domingo estudiando.

Foto tomada por mi de la obra de Fra Angelico

Monseñor Robert Barron, Obispo Auxiliar de Los Ángeles, subraya con frecuencia la necesidad de presentar la belleza del catolicismo, en particular a aquellos que no creen en Dios. La belleza es un punto de entrada a la vida de fe. La evangelización es más efectiva cuando una persona experimenta la belleza de la fe antes de aprender o comprender qué creemos exactamente como católicos. El mensaje del evangelio ha inspirado a innumerables hombres y mujeres y estos han creado obras de arte que hablan directamente al corazón humano en maneras que son imposibles de replicar a través de otros medios.  Un encuentro con la belleza sea en pintura, literatura, poesía o escultura, mueve a la persona a buscar la fuente de esa belleza. En lugar de explicar primero lo que creemos, debemos guiar a los demás a experimentar la belleza que tiene sus raíces en el evangelio. Así como un niño desea practicar un deporte después de verlo jugar y no después de haber aprendido todas las reglas del deporte, debemos permitir que las personas experimenten el evangelio en su totalidad antes de aprender sus complejidades. Ser testigo de la belleza de una persona que ama desinteresadamente es una evangelización más eficaz que distribuir cien catecismos. Los detalles de nuestras creencias no tienen sentido a menos que uno haya experimentado la belleza y el bien del evangelio de Jesucristo.

El arte cristiano sostiene una porción substancial del turismo mundial ya que tantos se sienten atraídos a su belleza. La Capilla Sixtina y la Basílica de San Pedro podrán ser dos lugares prominentes, pero existen también iglesias y museos que atraen a millones de visitantes, creyentes y no creyentes. Debemos encontrar maneras eficaces para que nuestra rica y hermosa herencia artística, inspirada por el evangelio, siga guiando almas a un verdadero encuentro con Cristo.

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