En camino a Emaús

En camino a Emaús

Pocos días después de la muerte de Jesús, dos de sus discípulos se dirigieron hacia el pueblo de Emaús a unos cuantos kilómetros de Jerusalén. Es bastante fácil ponernos en los zapatos de estos dos jóvenes caminantes. Es posible sentir la profunda tristeza presente en sus corazones. Los dos hombres están completamente desesperanzados, decepcionados y desanimados. Se sienten solos y marginados ya que piensan que todo lo que creyeron de repente desapareció. Después de ser fieles seguidores de Jesús, las cosas se desenvolvieron de una manera inesperada e imposible de explicar. En medio de esta desesperanza y dolor, leemos en el evangelio de San Lucas que Jesús se acercó y los acompañó. Jesús viene a su encuentro y camina con ellos a pesar de que estos ni cuenta se dan que es Jesús quien camina con ellos. En medio de su tristeza e incertidumbre, Cristo estaba presente caminando con ellos y finalmente partiendo con ellos el pan.

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Es aún más fácil identificarnos con los discípulos en el camino a Emaús a causa de lo que estamos viviendo estos días. Hace poco los obispos de Georgia anunciaron que nuestras iglesias católicas continuaran cerradas. No se celebrarán misas públicas y no habrá oportunidades para reunirnos como siempre lo hemos hecho. Nos sentimos como los discípulos de Emaús. Lo que tanto añoramos no es posible realizar. Lo que queremos no se hace realidad. Esta realidad nos llena de tristeza. En muchos feligreses hay un sentido de aislamiento y marginación que ya no es posible acercarse a la iglesia y recibir los sacramentos. Como los discípulos de Emaús, nos sentimos algo perdidos en la incertidumbre de los días que nos tocan vivir.

No podemos olvidar estos días que Jesús se nos acerca de la misma manera que se avecinó a los dos jóvenes camino a Emaús. Jesús está cerca y no nos abandona. Está presenté en nuestros hogares y familias, brindándonos nuevas oportunidades para reconocer su presencia. Jesús nos invita a reconocerlo en nuestros seres queridos con quienes quizás no hemos compartido mucho últimamente. O tal vez a reconocerlo en la paciencia que necesitamos para cuidar a los niños y personas vulnerables bajo nuestro cargo. Muchas familias se encuentran juntas todo el día, y esto a veces presenta nuevas dificultades, pero es a la vez una oportunidad de encontrar a Jesús en nuestro entorno. Podemos reconocer que Cristo nos acompaña, ayuda, y brinda cariño.

Durante estos días Jesús está incrementando nuestro hambre de Dios. En la ausencia nos damos cuenta de cuanto más lo necesitamos a Él y a la Iglesia.  Reconocemos la importancia de nuestra comunidad de fe y la centralidad de respetar el domingo como día del Señor. Jesús nos acompaña durante estos días animando y guiando nuestro hambre de Dios. Esta es una oportunidad para hacer mayor conciencia de cuanto necesitamos su presencia en nuestras vidas, y dar gracias por su ayuda y cercanía. Que en estos días, la presencia de Jesús en una manera diferente y nueva, no pase desapercibida.


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