Como sacerdote católico, los fieles me piden a menudo una bendición. “Padre, estamos viajando esta semana, por favor denos una bendición,” o “Padre, mi hijo está pasando por un momento difícil en la escuela, ¿le puede dar una bendición?” Impartir una bendición implica invocar la presencia y la gracia de Dios en la vida de una persona, así Dios puede proporcionar sabiduría, fuerza y guía.
Cuando visito el hospital, ocurre seguido que una persona no católica me ve vestido de sacerdote y me pide una bendición, o solicita si puedo visitar a su pariente enfermo. Como el enfermo no es católico, le doy una bendición, pues el Sacramento de la Unción de los Enfermos en un rito litúrgico reservado para aquellos bautizados en la Iglesia Católica. Aquí observamos una clara distinción: por un lado, el acto de impartir una bendición a una persona independientemente de sus antecedentes, creencias o estado de vida, y por el otro la celebración de un Sacramento de la Iglesia para un católico bautizado al que se le permite recibir los sacramentos de la Iglesia.
Consideremos ahora Fiducia Supplicans, documento publicado por el Dicasterio de la Doctrina de la Fe en Roma, el cual ha sido mencionado por la prensa estos últimos días. La distinción que hace este documento es similar a mi distinción entre bendecir a una persona enferma y celebrar el Sacramento de la Unción de los Enfermos. Uno es un acto pastoral que invoca la ayuda de Dios, el otro es un acto litúrgico de la Iglesia reservado para aquellos que pueden recibirlo.
Fiducia Supplicans nos recuerda que todas las personas, independientemente de su estado de vida, pueden recibir una bendición espontánea cuando la piden. Estas bendiciones se imparten para ayudar a la persona a crecer en su relación con Dios, a desear una mayor santidad, o a pedir fortaleza en un momento difícil. Una bendición no indaga ni requiere un examen del carácter o la posición moral de una persona. Una bendición siempre está disponible para todos.
Fiducia Supplicans también deja claro que el Sacramento del Matrimonio como acto litúrgico de la Iglesia, está reservado a la unión entre un hombre y una mujer. La Iglesia Católica no ha sancionado las uniones o matrimonios entre personas del mismo sexo, ni ha hecho ningún cambio a la teología católica del matrimonio. Lo que sí se ha dicho es que toda persona puede recibir la bendición de un sacerdote, incluidas las que están en uniones irregulares, pero no todas pueden recibir el Sacramento del Matrimonio.
Durante la misa, algunos de los fieles se acercan en la línea de la comunión para recibir una bendición porque algo en sus vidas les impide recibir la Eucaristía. Como sacerdote, les doy una bendición sin preguntarles por qué no reciben la Eucaristía. Si un asesino me pide una bendición, no dudo en darle una, y seguramente seria una que lo llame a la conversión y al arrepentimiento. Una bendición no aprueba ni celebra el pecado en la vida de quien la recibe.
Espero que toda persona lea el documento publicado en vez de confiar en los informes de los medios de comunicación. Algunos celebran este documento como si hubiera permitido a la Iglesia Católica reconocer las uniones entre personas del mismo sexo, otros están muy molestos porque piensan que la Iglesia ha cedido a los tiempos modernos. Ninguna posición es correcta.
Ha sido mi experiencia en estos últimos días que la mayoría de los sacerdotes consideran que este documento describe la práctica actual de la Iglesia. Un sacerdote bendice a las personas que solicitan una bendición y solo realizan el Sacramento del Matrimonio para las uniones de un hombre y una mujer. ¿Por qué se escribió entonces este documento? Permítanme especular. Tal vez para llamar la atención a los obispos alemanes que están pidiendo a la Iglesia que establezca un acto litúrgico para bendecir las uniones entre personas del mismo sexo, Fiducia Supplicans deja claro que esto no puede ser. O tal vez para llamar la atención a los sacerdotes que niegan una bendición a personas particulares debido a sus pecados o luchas, recordándoles que la gracia de Dios está disponible para todos aquellos que se acercan a Él.
Para responder a la pregunta que plantea el título de este articulo: no. La Iglesia Católica no permite ni aprueba las uniones entre personas del mismo sexo. La Iglesia Católica permite que todas las personas reciban una bendición de Dios, y el Sacramento del Matrimonio está reservado a la unión entre un hombre y una mujer.
Oremos por la unidad en la Iglesia y por la apertura a una mayor comprensión mutua. Pidamos a Dios para que las fuerzas externas a la Iglesia se aparten, para que prevalezca la luz de Cristo, una luz que nos recuerda que Él ofrece la salvación y la bendición por igual a todas las personas, llamándonos a cada uno de nosotros a la conversión diaria.
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