En diciembre del año pasado el Papa Francisco reconoció formalmente el martirio del Padre Stanley Rother, un sacerdote de la Arquidiócesis de Oklahoma City que fue asesinado por el ejército guatemalteco, convirtiéndose en el primer mártir nacido en los Estados Unidos reconocido por la Iglesia. Este reconocimiento ha preparado el camino para su beatificación la cual será el próximo 23 de septiembre en Oklahoma City.
El Padre Rother murió mientras servía el rebaño confiado a él como misionero a los indígenas de Guatemala. Él sabía que el permanecer con sus feligreses en la ciudad de Santiago Atitlán era una sentencia de muerte debido a la tensa situación política, pero él no los abandonó. En su carta de Navidad de 1980, el Padre Rother escribió a sus amigos y familiares, “el pastor no puede huir ante la primera señal de peligro”. Pocos meses más tarde, el 28 de julio de 1981, un escuadrón militar entró en la rectoría, encañonó al sacristán y le exigió llevarlos al sacerdote. Esa noche, el Padre Rother, o Aplas como le decía su gente, fue torturado y asesinado.
El 25 de junio de 2015, una comisión teológica de la Congregación de las Causas de los Santos en Roma oficialmente reconoció el martirio del Padre Rother. En ese momento crítico el Arzobispo de Oklahoma City, Monseñor Coakley, expresó que “el Padre Rother entregó su vida por Cristo y por la gente de su parroquia en Guatemala, la cual amaba entrañablemente. Es muy alentador dar este paso adelante hacia el reconocimiento formal por la iglesia de la vida heroica y martirio del Padre Rother.”
Hace unos años visité Santiago Atitlán, la pequeña ciudad a orillas del espectacular Lago Atitlán donde el Padre Stanley Rother fue asesinado por quienes se oponían a su apostolado en medio de la periferia de la sociedad. Dormí en el piso de una habitación adyacente a donde le dispararon. Conocí a personas que lo conocieron y trabajaron con él. Conocí a uno de sus compañeros del seminario quien mencionó que el Padre Rother batalló académicamente y no era buen estudiante. Conocí a Chona, la mujer que enjugó la sangre del Padre colocándola en un frasco de vidrio. Oí historias de sacerdotes que lo vieron caminando pensativo de un lado a otro dentro de una capilla en la Ciudad de Guatemala pocos días antes de su martirio. El Padre Rother se había convertido en una amenaza ya que ayudaba al pueblo indígena, pueblo que el gobierno no valoraba y frecuentemente consideraba subversivo.
Hace poco escuché al Caballero Supremo de los Caballeros de Colón Carl Anderson proponer a Stanley Rother como el Patrón de la Periferia. En su exhortación apostólica Evangelii Gaudium, el Papa Francisco condena la economía de la exclusión y la inequidad donde las grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. El Papa menciona que esta exclusión deja a muchas personas no sólo al margen de la sociedad, sino fuera de ella. Estos son los desechables y sobrantes (EG, 53). El próximo Beato Stanley Rother defendió a los desechables y sobrantes de la periferia en Guatemala y fue martirizado por su heroico amor y perseverancia. Estoy de acuerdo con Carl Anderson, este nuevo beato es verdaderamente el Patrón de la Periferia.
Misa en Santiago Atitlán, Guatemala
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