La Armonía dentro del Matrimonio

La Armonía dentro del Matrimonio November 11, 2019

“El matrimonio fue ordenado por Dios como una bendición para la humanidad. Un cierto hombre sabio en las Escrituras, al enumerar qué bendiciones son las más importantes, incluyó a ‘los esposos que viven en armonía’ (La Sabiduría de Sirácides 25: 1) “.

-San Juan Crisóstomo (347-407 DC)

La armonía es el arreglo agradable de diferentes partes. En música, la armonía es la “unión y combinación de sonidos simultáneos y diferentes, pero acordes” (Real Academia Española). Pero el sonido agradable de una armonía melodiosa en la música no aparece por arte de magia. Se necesita tiempo, práctica, dedicación, perseverancia, sacrificio, energía y abnegación. Si el alumno persiste y vence todos los obstáculos que puedan aparecer en el camino, se convertirá en un músico talentoso y respetado.

Lo mismo sucede en el matrimonio. La armonía no aparecerá por obra de magia. No va a aparecer tocando a la puerta de repente. Debe ser invitada a nuestra casa todos los días. Los esposos deben trabajar duro cada día para producir una melodía armoniosa en casa. Cada día es una canción diferente. Desde las primeras horas de la mañana, cuando nuestros ojos se abren hasta el momento en que nos acostamos en la cama, los cónyuges estamos llamados a trabajar individualmente y en equipo, para producir estos “efectos agradables” en nuestro vínculo matrimonial. Cada uno tiene un papel importante que desempeñar. Los dos tenemos que trabajar igual de duro para que nuestro matrimonio tenga éxito.

“¿Cómo podemos vivir en armonía? Primero necesitamos saber que somos todos igualmente amados por el mismo Dios “.

-Santo Tomas de Aquino

La armonía no siempre está presente en nuestro matrimonio. A menudo fallamos en tocar las partes correctas para producirla. Sin embargo, cuando lo logramos, observamos un patrón similar. Aquí compartimos tres pasos que nos han ayudado en nuestra jornada hacia la armonía matrimonial:

1.- Oración. La mejor manera en que los cónyuges pueden comenzar su día es colocándose en la presencia de Dios. Confiar al Señor su día los ayudará a ser más conscientes de sus acciones y palabras durante todo el día. La oración también abre nuestros corazones y permite al Espíritu Santo despertar en nosotros sentimientos de respeto y afecto mutuos. El Papa Francisco lo dijo maravillosamente de la siguiente manera: “La oración siempre despierta sentimientos de fraternidad, rompe las barreras, cruza frontera, crea puentes invisibles pero reales y efectivos, abren horizontes de esperanza”.

2.- Comunicación. La oración por si sola no solucionará problemas ni creará matrimonios felices. Desearía que fuera así de fácil. Los matrimonios felices se hacen por medio de la gracia de Dios y del esfuerzo humano. Parte de este esfuerzo humano implica comunicar efectivamente nuestros sentimientos y opiniones a nuestra pareja. Compartir lo que tienes en mente puede que no sea lo que tu cónyuge quiera escuchar, pero si te está robando la paz, probablemente sea mejor que lo compartas. Ciertamente no tenemos que compartir todo lo que tenemos en mente. Por ejemplo: cuando estás en medio de una discusión y te vienen a la mente cosas “impías”, es mejor no decir esas cosas en voz alta (a veces terminamos diciendo palabras hirientes; es parte de la naturaleza humana … pedimos perdón, compensamos el mal que hicimos y nos esforzamos más la próxima vez). Pero si tu cónyuge hiere tus sentimientos por algo que dijo o hizo, definitivamente se tiene que hablar.

La mayoría de las veces, los cónyuges no pretenden herir los sentimientos de su pareja; podría ser un gran malentendido. La única forma de averiguarlo es hablando abiertamente sobre el tema. Cuando comiences una conversación de “confrontación”, es mejor comenzar con un “me siento así …” o “no aprecié cuando dijiste eso …” No es recomendable comenzar con un “¡siempre me hace sentir! … ¡tu dijiste esto y aquello!”, ya que esto probablemente pondrá a tu pareja a la defensiva y será menos probable que escuche tus inquietudes. Los cónyuges deben crear un entorno donde puedan expresar sus sentimientos, pensamientos y opiniones, libre de prejuicios, culpa y vergüenza. Aquí unas palabras sabias del Santo Padre sobre la comunicación entre cónyuges:

El diálogo es una forma privilegiada e indispensable de vivir, expresar y madurar el amor en la vida matrimonial y familiar. Pero supone un largo y esforzado aprendizaje. Varones y mujeres, adultos y jóvenes, tienen maneras distintas de comunicarse, usan un lenguaje diferente, se mueven con otros códigos. El modo de preguntar, la forma de responder, el tono utilizado, el momento y muchos factores más, pueden condicionar la comunicación. Además, siempre es necesario desarrollar algunas actitudes que son expresión de amor y hacen posible el diálogo auténtico.

Darse tiempo, tiempo de calidad, que consiste en escuchar con paciencia y atención, hasta que el otro haya expresado todo lo que necesitaba. Esto requiere la ascesis de no empezar a hablar antes del momento adecuado. En lugar de comenzar a dar opiniones o consejos, hay que asegurarse de haber escuchado todo lo que el otro necesita decir. Esto implica hacer un silencio interior para escuchar sin ruidos en el corazón o en la mente: despojarse de toda prisa, dejar a un lado las propias necesidades y urgencias, hacer espacio. Muchas veces uno de los cónyuges no necesita una solución a sus problemas, sino ser escuchado. Tiene que sentir que se ha percibido su pena, su desilusión, su miedo, su ira, su esperanza, su sueño. Pero son frecuentes lamentos como estos: «No me escucha. Cuando parece que lo está haciendo, en realidad está pensando en otra cosa». «Hablo y siento que está esperando que termine de una vez». «Cuando hablo intenta cambiar de tema, o me da respuestas rápidas para cerrar la conversación».

Papa Francisco, Amoris Laetitia 136-137

3.- Confianza. La comunicación efectiva probablemente resultará en confianza mutua y viceversa. Los cónyuges deben tener la libertad de confiar el uno en el otro durante los momentos difíciles y compartir sus esperanzas, sueños y temores. Confiar en que estarás allí para tu cónyuge después de un largo día de trabajo lo llena de confianza y aumenta su autoestima. Parte de tener confianza mutua significa creer en el cónyuge. Los celos y la sospecha solo dañarán la relación. La confianza es el camino correcto a seguir.

La armonía no siempre es fácil de experimentarse en casa (¡especialmente si tienes un montón de niños pequeños corriendo como locos!), pero si tenemos la intención y nos ponemos a escuchar con amor y paciencia a nuestro cónyuge y nos esforzamos por satisfacer sus necesidades (¡esto tiene que ser de las dos partes!), podemos terminar experimentando una sensación de seguridad y paz interior que nos ayudará a superar las situaciones más estresantes y difíciles de la vida matrimonial.

Después del amor que nos une a Dios, el amor conyugal es la «máxima amistad». Es una unión que tiene todas las características de una buena amistad: búsqueda del bien del otro, reciprocidad, intimidad, ternura, estabilidad, y una semejanza entre los amigos que se va construyendo con la vida compartida. Pero el matrimonio agrega a todo ello una exclusividad indisoluble, que se expresa en el proyecto estable de compartir y construir juntos toda la existencia.

-Papa Francisco, Amoris Laetitia 123

 


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