Historia Guadalupana

Historia Guadalupana December 11, 2015

Como sacerdote he aprendido que al pueblo mexicano se le puede narrar la historia de las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe una y otra vez.  Todos los años para su fiesta, hago una breve reseña de las apariciones, y cada año todos la escuchan con la misma cuidadosa atención.

Anoche tuve la oportunidad de predicar en una celebración de la Virgen de Guadalupe en un centro de detención de inmigración.  Más de 400 hombres recibieron con tanta alegría y entusiasmo al Señor Obispo y escucharon con atención a la predicación.  Uno de ellos fue bautizado, y junto con otros nueve, fueron confirmados e hicieron su primera comunión.  La Misa fue al aire libre en la cancha de baloncesto.  Mañana viajamos a la Parroquia Santa Juliana en Fort Valley para otra celebración.

Aquí comparto nuevamente la historia que tantos oídos han escuchado y la historia que tantos corazones ha confortado.

Un sábado de 1531 a principios de diciembre, un indio llamado Juan Diego, iba de madrugada del pueblo en que vivía a la ciudad de México a asistir a sus clases de catecismo y a oír la Misa. Al llegar junto al cerro llamado Tepeyac amanecía y escuchó una voz que lo llamaba por su nombre.

Subió a la cumbre y vio a una Señora hermosa, cuyo vestido era brillante como el sol. Ella le dijo: “Juanito: el más pequeño de mis hijos, yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive. Deseo vivamente que se me construya aquí un templo, para en él mostrar y prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa a todos los habitantes de esta tierra y a todos los que me invoquen y en Mí confíen. Ve donde el Señor Obispo y dile que deseo un templo en este llano. Anda y pon en ello todo tu esfuerzo”.

Juan Dieguito hablo con el obispo, pero lo ignoraron.  Al regresar a su pueblo se encontró de nuevo con la Virgen María y le explicó lo ocurrido. La Virgen le pidió que al día siguiente fuera nuevamente a hablar con el obispo y le repitiera el mensaje. Esta vez el obispo, luego de oír a Juan Diego le dijo que debía ir y decirle a la Señora que le diese alguna señal.

De regreso, Juan Diego halló a María y le narró los hechos. La Virgen le mandó que volviese al día siguiente al mismo lugar pues allí le daría la señal. Al día siguiente Juan Diego no pudo volver al cerro pues su tío Juan Bernardino estaba muy enfermo. La madrugada del 12 de diciembre Juan Diego marchó a toda prisa para conseguir un sacerdote. Al llegar al lugar por donde debía encontrarse con la Señora prefirió tomar otro camino para evitarla. De pronto María salió a su encuentro y le preguntó a dónde iba.

Juan Diego avergonzado le explicó lo que ocurría. La Virgen dijo a Juan Diego que no se preocupara, que su tío no moriría y que ya estaba sano. Entonces le pidió la señal que debía llevar al obispo. María le dijo que subiera a la cumbre del cerro donde halló rosas de Castilla frescas y poniéndose la tilma, cortó cuantas pudo y se las llevó al obispo.

Una vez ante el obispo Juan Diego desplegó su manta, cayeron al suelo las rosas y en la tilma estaba pintada con lo que hoy se conoce como la imagen de la Virgen de Guadalupe. Viendo esto, el obispo llevó la imagen santa a la Iglesia Mayor y edificó una ermita en el lugar que había señalado Juan Diego.

A partir de ese día, más de ocho millones almas se bautizaron.  El pueblo mexicano empezó a creer con firmeza en las promesas de Dios, abandonaron el sacrificio humano que era parte de la religión Azteca y pusieron toda su fe en el único sacrificio que salva, el sacrificio de Jesucristo sobre la cruz.

Los Aztecas creían que la sangre humana sacrificada hacía que el sol continúe a brillar.  La Virgen María les enseñó que esto era falso y que la victoria de Jesús sobre la muerte es lo que hace brillar el sol.  Les enseñó que su hijo era más poderoso que el sol al eclipsar el sol con rayos solares detrás de ella y la luna oscura bajo sus pies.

La visita de la Virgen de Guadalupe transformó a todo un pueblo.  La visita de la Virgen de Guadalupe llenó de gozo el corazón de Juan Diego, pero a lo largo de los siglos ha llenado de alegría y esperanza los corazones de los habitantes de la tierra.

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