El Exilio: Un encuentro desencontrado

El Exilio: Un encuentro desencontrado 2016-03-25T17:14:49-05:00

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Iglesia de San Francisco, Lima

Hace unos diez años leí un artículo breve que me impactó ya que la autora describió en pocas palabras sentimientos que comparten todos aquellos que por alguna razón u otra parten de su patria. Titulado “El Exilio,” contacté a su autora no solo porque el articulo me pareció valioso, pero también porque ella compartía mi mismo apellido.

En su artículo, María Christina Migone-Benfield identifica el dilema en el cual todo inmigrante se encuentra: “el sentimiento de ser extranjero en el país en el que se está viviendo y extranjero también en su propia tierra.” Ella describe este estado de hibridez, donde “no somos ni de aquí ni de allá.” Vivir en este exilio donde uno no pertenece es doloroso y termina solamente cuando uno se despega de lo uno dejó atrás.

Inmigrante ella misma, María Christina tiene un punto clave en su breve artículo que muchas veces he utilizado para describir la experiencia de inmigrante y también para poder comprender mi propia relación con el país que me vio nacer. Describe lo que suele ocurrir al pasar lapsos de tiempo en los cuales uno ha vivido fuera de su tierra natal. El tiempo pasa y las personas cambian. Tanto el inmigrante como aquellos que no inmigraron cambian a causa de sus experiencias de vida. El hecho de vivir en países diferentes quizás no influya tanto como el hecho que al pasar los años uno madura, crece y desarrolla nuevas maneras de pensar y vivir. Lamentablemente muchas veces, cuando el inmigrante regresa a su tierra después de muchos años, ya no encuentra su lugar. Todos han cambiado, tanto el inmigrante como aquellos que permanecieron y lo que resulta es que, en palabras de María Christina, “el reencuentro esperado y anhelado es en cierto modo un fracaso pues se transforma en desencuentro porque tanto allí como aquí han transcurrido vidas nuevas.”

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Con mi abuelos en mi Primera Comunion pocos dias antes de partir del Peru, 1991

Reflexionando quizás en su propia vida y sus propias experiencias María Christina escribe lo que inmigrante desea expresar al regresar a casa, y allí ofrece una posible solución para que el inmigrante mantenga fuertes lazos familiares y de amistad con aquellos en su tierra natal. En su corazón el inmigrante se encuentra diciendo, “el tiempo en que yo vivía aún entre ustedes ya pasó, ya no soy el mismo o la misma no porque me haya ido sino porque los años también pasaron para mí. Tienen que conocerme como soy ahora si el lazo ha de seguir vivo. Si no, el cariño es sólo uno por algo y alguien que ya no existe, pero uno está vivo todavía.”

Para mantener fuertes lazos con la familia y amistades que uno dejo, es necesario re-encontrarse. Es necesario familiarizarse nuevamente ya que al pasar el tiempo y al haber tenido experiencias diferentes, todos han cambiado. No es culpa de nadie, pero si es consecuencia de la experiencia migratoria. A veces los cambios han sido tan fuertes que el desencuentro gana y hay un distanciamiento, pero siempre hay oportunidad para el re-encuentro y el entablar nuevas maneras de relacionarse.  Por experiencia propia, se que es posible mantener fuertes estos lazos, pero tambien se que algunas veces estos terminan en un encuentro desencontrado.

Esta semana que los Obispos de los Estados Unidos nos invitan a tener en cuenta las necesidades del inmigrante, he tenido este artículo en mente. Publicado en el periódico La Nación en enero del 2004, el mensaje de María Christina ha resonado en mí por años y me ha ayudado personalmente en mi experiencia como inmigrante.

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