El Papa en Mexico: Peregrino de la Periferia

El Papa en Mexico: Peregrino de la Periferia February 15, 2016

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San Juan Diego y el Obispo Fray Juan de Zumarraga

Hoy el Papa Francisco celebró una Misa al aire libre con miembros de varias comunidades indígenas en el estado sureño de Chiapas en México. Como siempre, las acciones del Papa durante esta visita apostólica están llenas de significado. Cuantas veces nos ha exhortado el Papa de ir al encuentro de las personas que viven en la periferia. Cuantas veces nos ha pedido al hablar de la cultura del descarte que nos acerquemos hacia aquellos que han sido completamente excluidos de la sociedad. Durante su viaje apostólico a México, el Papa Francisco se está acercando a esa periferia de la cual él tanto habla y tanto ama, y al hacerlo, nos da un tremendo ejemplo a seguir.

En la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, el Papa ensalzó a los pequeños como San Juan Diego que se sienten poca cosa y marginados por la sociedad. Dijo el Santo Padre, “Así como María se hizo presente al pequeño Juanito, de esa misma manera se sigue haciendo presente a todos nosotros; especialmente a aquellos que como él sienten que no valían nada.” Luego continuó, “en ese amanecer Dios despertó y despierta la esperanza de los pequeños, de los sufrientes, de los desplazados y descartados, de todos aquellos que sienten que no tienen un lugar digno en estas tierras.” El Papa nos reconfortó recordándonos que “las lágrimas de los que sufren no son estériles.” El dolor y sufrimiento del pueblo de Dios nunca es en vano, más bien, Jesús desea acercarse a quienes sufren para traer consuelo y fortaleza. Esta misma misión de Jesús es la misión del Papa Francisco en México, querer estar cerca de aquellos que han sufrido y continúan sufriendo.

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Basilica de Nuestra Señora de Guadalupe, Mexico

Después de un emotivo encuentro con Nuestra Señora de Guadalupe, donde el Papa paso un tiempo en oración ante su imagen (¡y casi se cae de espaldas!), la visita continuó con una Misa en Ecatepec. Una ciudad de 1.7 millones de habitantes y plagada por el crimen y la violencia, el Papa fue al encuentro de aquellos que viven excluidos de la sociedad, aquellos que se encuentran en la periferia. Las palabras del Santo Padre fueron igual de fuertes y directas, esta vez condenando la obra del demonio quien genera “una sociedad dividida y enfrentada, una sociedad de pocos y para pocos.” Sus palabras trajeron consuelo al pueblo sufriente: “Cuantas veces experimentamos en nuestra propia carne, o en la de nuestra familia, en la de nuestros amigos o vecinos, el dolor que nace de no sentir reconocida esa dignidad que todos llevamos dentro… Cuantas veces – y con dolor lo digo – somos ciegos e inmunes ante la falta del reconocimiento de la dignidad propia y ajena.”

La periferia de la sociedad existe porque la dignidad humana de aquellos que allí se encuentran no es reconocida. ¡Si toda persona, si todo gobierno, reconociera la dignidad de cada persona, que diferentes serian nuestras comunidades! El trabajo de la Iglesia es el de transformar la sociedad para que el plan de Dios se haga una realidad, anunciando la esperanza y misericordia de Dios a quienes más anhelan recibirla. Estas palabras no fueron dirigidas solo a los pobladores de Ecatepec, para a todos los habitantes de los desiertos urbanos modernos donde millones de hombres y mujeres viven en condiciones subhumanas, donde la presencia de la iglesia muchas veces es escaza, y donde hay la mayor necesidad de la buena nueva del evangelio.

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En Misa en Guatemala con una señora maya

Durante su homilía en Chiapas esta mañana, el Papa llegó a un pueblo que ha sufrido tremendamente a lo largo de la historia latinoamericana. Durante la Misa, se escucharon varios dialectos maya, al igual que canciones e imágenes típicas. Un estado pobre y agrario, en Chiapas la dignidad de los indígenas no siempre se ha sido respetada, y el Papa reconoció públicamente que muchas veces se les ha excluido de la sociedad. “Muchas veces, de modo sistemático y estructural, sus pueblos han sido incomprendidos y excluidos de la sociedad. Algunos han considerado inferiores sus valores, sus culturas y sus tradiciones. Otros, mareados por el poder, el dinero y las leyes del mercado, los han despojado de sus tierras o han realizado acciones que las contaminaban. ¡Que tristeza! Que bien nos haría a todos hacer un examen de conciencia y aprender a decir: ¡Perdón!, perdón hermanos. El mundo de hoy, despojado por la cultura del descarte, los necesita a ustedes.”

¡Que grandes palabras del Santo Padre a un pueblo tan sufrido! Aún recuerdo bien mi visita a Guatemala donde visité pueblos maya, pueblos que aún sufren por los efectos del descuido, la pobreza, la guerra y el olvido. Al visitar Chiapas, el Papa ha llegado a la periferia no solo de México, pero creo yo, a la periferia de latinoamérica.

Continuando con su deseo de llegar a la periferia, este miércoles, el Papa Francisco visitará Ciudad Juárez donde miles han perdido sus vidas intentando cruzar a los Estados Unidos. Desde la frontera, el Santo Padre iluminará la luz de la esperanza hacia el sufrimiento de los inmigrantes.

Los dejo aquí con las palabras del Papa Francisco al pueblo de Chiapas:

Li smantal Kajvaltike toj lek – la ley del Señor es perfecta del todo y reconforta el alma, así comenzaba el salmo que hemos escuchado. La ley del Señor es perfecta; y el salmista se encarga de enumerar todo lo que esa ley genera al que la escucha y la sigue: reconforta el alma, hace sabio al sencillo, alegra el corazón, es luz para alumbrar el camino.

Esa es la ley que el Pueblo de Israel había recibido de mano de Moisés, una ley que ayudaría al Pueblo de Dios a vivir en la libertad a la que habían sido llamados. Ley que quería ser luz para sus pasos y acompañar el peregrinar de su Pueblo. Un Pueblo que había experimentado la esclavitud y el despotismo del Faraón, que había experimentado el sufrimiento y el maltrato hasta que Dios dice basta, hasta que Dios dice: ¡No más! He visto la aflicción, he oído el clamor, he conocido su angustia. Y ahí se manifiesta el rostro de nuestro Dios, el rostro del Padre que sufre ante el dolor, el maltrato, la inequidad en la vida de sus hijos; y su Palabra, su ley, se volvía símbolo de libertad, símbolo de alegría, de sabiduría y de luz. Experiencia, realidad que encuentra eco en esa expresión que nace de la sabiduría acuñada en estas tierras desde tiempos lejanos, y que reza en el Popol Vuh de la siguiente manera: El alba sobrevino sobre las tribus juntas. La faz de la tierra fue enseguida saneada por el sol. El alba sobrevino para los pueblos que una y otra vez han caminado en las distintas tinieblas de la historia.

En esta expresión, hay un anhelo de vivir en libertad, hay un anhelo que tiene sabor a tierra prometida donde la opresión, el maltrato y la degradación no sean moneda corriente. En el corazón del hombre y en la memoria de muchos de nuestros pueblos está inscrito el anhelo de una tierra, de un tiempo donde la desvalorización sea superada por la fraternidad, la injusticia sea vencida por la solidaridad y la violencia sea callada por la paz.

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Parroquia de Santiago Atitlan, Guatemala, en una comunidad indigena

Nuestro Padre no sólo comparte ese anhelo, Él mismo lo ha estimulado y lo estimula al regalarnos a su hijo Jesucristo. En Él encontramos la solidaridad del Padre caminando a nuestro lado. En Él vemos cómo esa ley perfecta toma carne, toma rostro, toma la historia para acompañar y sostener a su Pueblo; se hace Camino, se hace Verdad, se hace Vida, para que las tinieblas no tengan la última palabra y el alba no deje de venir sobre la vida de sus hijos.

De muchas maneras y de muchas formas se ha querido silenciar y callar este anhelo, de muchas maneras han intentado anestesiarnos el alma, de muchas formas han pretendido aletargar y adormecer la vida de nuestros niños y jóvenes con la insinuación de que nada puede cambiar o de que son sueños imposibles. Frente a estas formas, la creación también sabe levantar su voz; «esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que “gime y sufre dolores de parto” (Rm 8,22)» (Laudato si’, 2).

El desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos impactan a todos (cf. Laudato si’,14) y nos interpelan. Ya no podemos hacernos los sordos frente a una de las mayores crisis ambientales de la historia. En esto ustedes tienen mucho que enseñarnos, que enseñar a la humanidad. Sus pueblos, como han reconocido los obispos de América Latina, saben relacionarse armónicamente con la naturaleza, a la que respetan como «fuente de alimento, casa común y altar del compartir humano» (Aparecida, 472).

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Catedral Metropolitana de la Ciudad de Mexico

Sin embargo, muchas veces, de modo sistemático y estructural, vuestros pueblos han sido incomprendidos y excluidos de la sociedad. Algunos han considerado inferiores sus valores, sus culturas y sus tradiciones. Otros, mareados por el poder, el dinero y las leyes del mercado, los han despojado de sus tierras o han realizado acciones que las contaminaban.

¡Qué tristeza! Qué bien nos haría a todos hacer un examen de conciencia y aprender a decir: ¡Perdón!, perdón hermanos. El mundo de hoy, despojado por la cultura del descarte, los necesita a ustedes. Los jóvenes de hoy, expuestos a una cultura que intenta suprimir todas las riquezas, características y diversidades culturales en pos de un mundo homogéneo, necesitan estos jóvenes que no se pierda la sabiduría de sus ancianos.

El mundo de hoy, preso del pragmatismo, necesita reaprender el valor de la gratuidad. Estamos celebrando la certeza de que «el Creador no nos abandona, nunca hizo marcha atrás en su proyecto de amor, que no se arrepiente de habernos creado» (Laudato si’, 13).

Celebramos que Jesucristo sigue muriendo y resucitado en cada gesto que tengamos con el más pequeño de nuestros hermanos. Animémonos a seguir siendo testigos de su Pasión, de su Resurrección haciendo carne Li smantal Kajvaltike toj lek –la ley del Señor que es perfecta del todo y reconforta el alma.

Todas las fotos son mias, no usar sin mi permiso.


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