Después de saludarnos uno por uno, el Papa Francisco se dirigió a todo el grupo de peregrinos con estas palabras: “Como me gustaría ofrecerles algo, ¿tal vez una taza de café?” Nos reímos sabiendo que eso era imposible. Habíamos esperado más de una hora para saludarlo mientras él terminaba una reunión con varios obispos y dignatarios ortodoxos rusos. Después de pedir oraciones y darnos su bendición apostólica, salimos de la sala del Palacio Apostólico dejando atrás a nuestros obispos quienes se reunirían con el Papa. Una de las cuatro religiosas dominicas que se habían unido a nosotros le dio al Papa un inesperado y enorme abrazo al partir. A pesar de las protestas del señor de protocolo, las otras tres hermanas religiosas siguieron su ejemplo.
Todo obispo del mundo tiene un encuentro periódico con el Papa llamado Ad Limina Apostolorum. El origen del nombre de esta visita obligatoria proviene del hecho de que los obispos visitan los umbrales de las tumbas de los apóstoles Pedro y Pablo (hacia los umbrales de los apóstoles). En preparación para la visita cada obispo presenta un informe detallado sobre el estado de su diócesis que describe la realidad vivida por los católicos en esa región del mundo. La visita Ad Limina no sólo implica un encuentro formal con el Santo Padre, sino que también comprende momentos de oración en las principales basílicas de Roma, incluyendo San Pedro y San Pablo Extramuros donde están enterrados San Pedro y San Pablo, así como reuniones en las diversas congregaciones y dicasterios del Vaticano.
Los obispos de los Estados Unidos han viajado a Roma región por región desde noviembre del año pasado para sus visitas Ad Limina. La Diócesis de Savannah pertenece a la Región XIV de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos la cual incluye los estados de Florida, Georgia, Carolina del Sur y Carolina del Norte. Tanto nuestro obispo Hartmayer como nuestro obispo emérito Boland tuvieron la oportunidad de abordar diversas cuestiones y formular preguntas en la Congregación para la Doctrina de la Fe, la Congregación para las Causas de los Santos, la Congregación para el Culto Divino, el Departamento de Estado del Vaticano, y otros departamentos de la Iglesia.
El punto culminante de la semana para los obispos fue el encuentro de dos horas con el Papa Francisco. Describieron un encuentro muy fraterno. Un obispo señaló que durante su tiempo juntos casi olvidaba que estaba hablando con el Santo Padre. “Era como hablar con tu papá, o simplemente con un hermano sacerdote.” Todos se sintieron cómodos, y sabiendo que había dos horas asignadas para la reunión, pudieron hablar con calma y abiertamente sobre lo que deseaban. La conversación fue cordial y sustancial.
Cuando me acerqué al Papa le dije en español: “Gracias por su ejemplo y por sus palabras”. Me miró a los ojos, me dio un rosario y respondió con su familiar petición: “Reza por mí”. Mientras lo escuchamos hablar por un breve momento, recordé cómo esa mañana habíamos celebrado la misa en la tumba de San Pedro, y ahora estábamos en presencia de su sucesor. Me hizo profundizar el hecho de que la Iglesia que Jesús fundó está viva, y que el sucesor de Pedro ha existido para confirmar el vínculo entre Jesús y su pueblo a través de los siglos. El Papa Francisco, como lo ha hecho todo sucesor de Pedro, continúa fortaleciéndonos en la fe.