Cuando recién iniciaba el seminario, tuve que elegir un apostolado donde por dos o tres horas a la semana serviría a las personas más necesitadas en alguna capacidad. Elegí la misión urbana en el centro de Steubenville, Ohio, así que semanalmente iba a una Iglesia Metodista con otro estudiante como voluntario a un comedor popular. Algunas veces ayudaba en la cocina, en otras ocasiones arreglaba latas en la despensa, pero sin falta siempre servía la comida y al terminar de hacerlo, me sentaba con los hombres y las mujeres que venían a comer un buen plato de comida gratuito. Aún recuerdo bien a una señora mayor llamada Edna que fielmente venía a comer. Todos la conocían y siempre le demostraban gran respeto. Ella aparcada su carrito de supermercado lleno de cosas junto a la puerta de la iglesia y bajaba al salón. A menudo se quejaba que el dueño del cuarto donde vivía nunca arreglaba la calefacción, y le gustaba hablar de su gato.
Antes de servir el almuerzo, la pastora calmaba a los reunidos y continuaba con una oración, la cual siempre iniciaba con las mismas palabas: “Gracias Señor por darnos hoy otra oportunidad de arreglar las cosas contigo.” Este momento de oración con hombres y mujeres que batallaban a diario para conseguir un plato de comida y un lugar cálido para dormir durante los brutales inviernos de Ohio siempre me hacia reflexionar sobre la realidad enfrentada en ese momento por estas personas. La oración se enfocaba en la oportunidad concedida gratuitamente por Dios en el momento presente para hacer las cosas bien en ese día – sin considerar ni lo que había ocurrido ayer ni lo que ocurriría mañana. Las breves palabras de la pastora fueron pronunciadas siempre con alegría, transmitiendo así gran esperanza en la nueva oportunidad concedida por Dios para arreglar las cosas con El.
La Cuaresma es un tiempo dado a nosotros por la iglesia para arreglar las cosas con Dios. Ésta a menudo comienza con buenas intenciones que rápidamente desaparecen, a veces en uno o dos días, haciendo que uno se desaliente. La oración de la pastora metodista sin embargo nos lleva directamente al inicio ya que cada día nuevo es una oportunidad para hacer las cosas bien con Dios sin importar lo que sucedió ayer.
Aun valoro inmensamente los dos años que fui a la misión urbana. Algunos estudiantes viajaban miles de millas como misioneros a países lejanos, pero a poca distancia de mi universidad había ya un territorio fértil para misionar. No tenemos que mirar muy lejos para encontrar dentro de nosotros o en nuestra comunidad lo que necesita ser reparado y sanado. Tal vez esta Cuaresma es el momento perfecto para actuar y hacer un cambio, para sanar una relación fracturada dentro del hogar o buscar el perdón. Tal vez esta Cuaresma es el momento de cambiar una actitud o parar algún vicio. No tienes que buscar muy lejos para encontrar posibles acciones concretas para llevar a cabo esta Cuaresma.
No recuerdo el nombre de la pastora en la misión urbana, pero si recuerdo bien su rostro. Su pelo gris rizado, su gran sonrisa y actitud acogedora dieron la bienvenida a todo aquello que pasaba por la puerta de la misión. Su oración ha estado en mi mente esta Cuaresma, espero que ahora permanezca en la tuya.
Picture is mine, all rights reserved. Norcia, Italia, 2006.