Fray Antonio de Montesinos predicó:
“Todos están en pecado mortal y en el viven y mueren por la crueldad y tiranía que usan con estas inocentes gentes. Digan ¿con que derecho y con que justicia tienen en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios? ¿Con que autoridad han hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacificas, donde tan infinitas de ellas con muertes y estragos nunca oídos han consumido? ¿Cómo los tienen tan opresos y fatigados sin darles de comer ni curarlos en sus enfermedades en las que, de los excesivos trabajos que les dan incurren y se les mueren, y por mejor decir los matan por sacar o adquirir oro cada día?
“¿Y que cuidado tienen de quien los doctrine y conozcan a su Dios y criador, sean bautizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos? ¿Estos, no son hombres? ¿No tienen almas racionales? ¿No están obligados a amarlos como a ustedes mismos? ¿Esto no entienden? ¿Esto no sienten? ¿Cómo están en tanta profundidad de sueño tan letárgico, dormidos? ¿Tengan por cierto que en el estado que están no se pueden salvar mas que los moros o turcos, que carecen y no quieren la fe de Jesucristo.”
Bartolomé de las Casas abandonó sus bienes materiales e ingresó a la orden religiosa dominicana, y por el resto de su vida abogó por los derechos de los pueblos indígenas. Fray Bartolomé escribió en 1542 la Brevísima relación de la destrucción de las Indias donde catalogó las atrocidades cometidas por los españoles encomenderos. Siempre notó una diferencia entre los misioneros y los conquistadores, pues los misioneros si se ocupaban de los indígenas mientras los conquistadores los explotaban por beneficio propio.
Su obra ayudó convencer al emperador Carlos I de España a abolir la esclavitud de los indígenas en 1542 con las Leyes Nuevas. En 1543 Fray Bartolomé fue nombrado obispo de Chiapas, México, pero no fue aceptado por sus feligreses por sus altas exigencias morales. Fray Bartolomé regresó a Castilla donde murió en 1556.
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