Cuando tenía trece años viaje a Paris por una semana junto con mis papás y mi hermana. Visitamos muchos de los famosos monumentos de la ciudad incluyendo la famosa catedral gótica del siglo XII dedicada a la Virgen María, Notre Dame de París. Las torres, los vitrales, los arcos externos y el interior entero apuntaban hacia el cielo, animándonos a elevar nuestras mentes y corazones hacia nuestro Dios trascendente y eterno. Después de graduarme de la escuela regresé a esta histórica catedral y asistí a Misa el 11 de junio del 2000 para la Fiesta de Pentecostés. Durante esta visita mi mente y corazón fueron elevados a Dios no sólo por la arquitectura sino también por la música espectacular del órgano de tubos. Podía imaginar las notas danzando entre los arcos de la iglesia llegando a todo rincón. El sonido sacudió mis entrañas, las ondas sonoras pasando a través de mí sin ver vistas pero ciertamente siendo sentidas, de la misma manera que el Espíritu Santo trabaja en nuestras vidas. En el año 2008 volví a la magnífica catedral en nochebuena, esta vez para admirar su fachada después de la Misa de Gallo mientras se escuchaba el órgano y el continuo repique de campanas anunciando a la noche fría parisina que Cristo había nacido en Belén.
Hace dos semanas el Señor Olivier Latry, uno de los tres principales organistas de la Catedral de Notre Dame de Paris, visitó Savannah y fascinó a trescientas personas en un concierto en la Catedral de San Juan Bautista. Un genio de la música, este señor ha tocado en Notre Dame durante los últimos treinta y dos años, desde que tenía veinte y tres años. La noche antes del concierto entré en la catedral poco antes de acostarme como hago a menudo para hacer oración. Me encontré sentado cerca del altar mientras que Olivier Latry ensayaba al lado opuesto de la catedral arriba en el coro. La música exquisita brotaba sin esfuerzo del órgano. “¡Qué privilegio!” pensé. Me sentí consumido no sólo por la música pero más bien por la oportunidad singular de participar en este concierto personal e inesperado por uno de los mejores músicos del mundo. “Toda esta música tan hermosa creada y yo soy el único que puede escucharla.”
Mientras estaba ahí sentado experimenté el interés personal de Dios por mi vida y su cuidado paternal. A pesar de la singularidad de este concierto de órgano, ¡cuánto mayor es la sinfonía que Dios escribe para cada persona que El crea! “Incluso los cabellos de ustedes están contados” (Lucas 12,7). Fue como si el organista representaba a Dios Padre tocando música solo para que yo la disfrute. Dios es el jardinero que tiende cada flor individualmente. Dios no es una entidad distante que gobierna el mundo desde lejos sentado sobre un trono; Él está cerca. “¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él? ¿Qué es el hijo de Adán para que cuides de él? ” (Salmo 8:4). Notre Dame vino a Savannah y Cristo su hijo estaba cerca. ¿”Puede una mujer olvidarse del niño que cría, o dejar de querer al hijo de sus entrañas? Pues bien, aunque alguna lo olvidase, yo nunca me olvidaría de ti. ” (Isaias 49:15).
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