RECORDANDO A ROSITA LA REMACHADORA: Y Otros Pensamientos Que Surgen por el Día de Igualdad de las Mujeres

RECORDANDO A ROSITA LA REMACHADORA: Y Otros Pensamientos Que Surgen por el Día de Igualdad de las Mujeres October 27, 2023

 

 

 

 

 

RECORDANDO A ROSITA LA REMACHADORA

Y Otros Pensamientos Que Surgen por el Día de Igualdad de las Mujeres

James Ishmael Ford

(Women’s Equality Day & That Image of Rosie the Riveter traducido por Miguel Acevedo)

 

Ayer, 26 de agosto, marca un día de gran impacto en la historia estadounidense. Ustedes no estarían necesariamente enterados, dada la poca atención que ha recibido en la prensa.

Fue en esa fecha de ayer, en 1920, que, el en ese entonces Secretario de Estado, Bainbridge Colby, firmó la proclamación que decretó la decimonovena enmienda, asegurándoles a las mujeres americanas el derecho constitucional a votar. Lo hizo en la privacidad de su casa, podríamos decir que, a puertas cerradas, a las 8 de la mañana. La prensa no fue invitada. Tampoco las feministas principales de esa época, especialmente, o quizás específicamente, Alice Paul y Carrie Chapman Catt. Podemos decir que esos hechos son muy reveladores. Cada uno de ellos.

Llegar hasta ese momento tardó mucho, mucho tiempo, y fue difícil, sumamente difícil. Y, por supuesto, por supuesto que la lucha no terminó ahí. Espero que además sea obvio, aunque por lo visto no lo es para todos, que tampoco está ni remotamente cerca de terminar la lucha por la igualdad completa de género. No si estamos hablando del lugar que ocupan las mujeres en nuestra cultura. Diría, además, que ni dentro de las varias culturas del resto del mundo.

Este día se ha celebrado de varias maneras desde 1920. Y con nombres diferentes, entre ellos, Día del Sufragio, Día de la Ratificación del Sufragio de la Mujer, y Día de la Emancipación de las Mujeres. Pero casi siempre se ha visto ensombrecido ya que ha sido en realidad mayormente, aunque no exclusivamente, día del sufragio de las mujeres blancas. Esto no pasó desapercibido.

Aun estando conscientes de esos matices e imperfecciones, el 26 de agosto sigue siendo un marcador con una enorme importancia. A pesar del carácter incompleto del momento, en esa fecha algo verdaderamente importante y significativo ocurrió.

Para mí, está ligado a otro acontecimiento también de un 26 de agosto. En 1970, para el aniversario cincuentavo de la firma de la enmienda, la líder feminista Betty Friedan tramó una gran manifestación. Logró atraer y, aunque apenas pudo mantenerlos unidos, sí mantuvo unidos a los que un artículo llamó tanto la “burguesía” como los “locos radicales.” El término anterior se refiere a mujeres de la clase media que formaban el corazón de la segunda ola de feminismo y el último término se refiere mayormente a jóvenes y personas de color. La manifestación de Friedan incluía a grupos como la Organización Nacional para Mujeres [National Organization for Women] y la Alianza de Mujeres del Tercer Mundo [Third World Women’s Alliance]. Se le llamó la Huelga de Mujeres por la Igualdad. La huelga se fijó para las 5 de la tarde para que las mujeres que trabajaban pudieran asistir. Entre los oradores había tanto lesbianas radicales como liberales de la clase media. Nadie puede decir exactamente cuantas personas llegaron, aunque una cifra que se ha utilizado es 50,000. Lo que sí sabemos es que fue muy grande.

Capturó un momento, como se mencionó en un artículo, en el cual finalmente se derramó el descontento que se había estado cocinando a fuego lento por mucho tiempo entre las mujeres y  “que se había generado desde que las Rositas las Remachadoras vanguardistas fueron despedidas de sus trabajos con instrucciones de irse a casa para hacer campo para los muchachos que regresaban después de la Segunda Guerra Mundial”.

También se considera esa fecha el momento fundamental para la reacción organizada por los derechos de las mujeres. Y, como todos los momentos poderosos, también peligroso. En respuesta a esto y queriendo asegurarse de que esta lucha siguiera su camino hacia adelante, Bella Abzug, una representante rebelde de Nueva York, escribió una proclamación para que se celebrara el 26 de agosto como el Día de la Igualdad de las Mujeres. En 1973, el Congreso aprobó la resolución. Y cada año desde ese entonces y hasta la fecha el presidente de turno ha renovado la proclamación. Lean la del Presidente Biden.

Este año se ha visto opacada por el aniversario sesentavo de la Manifestación en Washington para Trabajos y Libertad, encabezada por el Dr. Martin Luther King Jr, que tomó lugar el 28, mañana. Hablando del Dr. King, se ha señalado que hacer de su cumpleaños un día festivo nacional fue por lo menos en parte un intento por domarlo, controlar a quién consideraban peligroso, acorralar su energía.

Y en esta fecha, el 26, bueno, de hecho, también el 28, hemos visto algo de eso. Pienso que existe un peligro semejante cuando algo tan descabellado y revolucionario como, pues, decir que todos los seres humanos son iguales, se convierte en un día festivo.

Al mismo tiempo, estoy muy consciente del poder de la religión cívica. Venerar días festivos es también venerar ideas. Y al reconsiderar estos temas con el paso de los años, estas ideas empiezan a entretejerse con quiénes vemos que somos. Desde mi perspectiva, una de las cosas más importantes que podemos aceptar ahora son las contribuciones únicas de las mujeres, tanto en nuestro país como en el resto del mundo. La minoría que es la mayoría.

Así como con los logros de los afroamericanos, americanos nativos, y otras minorías, creo que esos recordatorios ubicuos de las contribuciones de las mujeres a la ciencia y la cultura que vemos aparecer constantemente en las redes sociales son muy, muy importantes. Así como las imágenes de metáforas del corazón, de lo que de veras podemos ser.

Como ese artículo que mencionaba a todas esas Rositas las Remachadoras. Creo que como imagen que captura el alza del espíritu feminista, pocas son tan importantes como Rosita. Existen varias versiones. Apuesto que pueden desenterrar por lo menos dos de inmediato. Pero, yo, aquí hoy, pienso más que nada en la pintura de Norman Rockwell.

Cuando era joven, yo pensaba que Rockwell no era en realidad un artista, o por lo menos no un gran artista. Opinaba eso por varias razones. El hecho de que él escogía temas mayormente americanos de pueblos pequeños junto con su uso de un realismo a menudo humorístico simplemente corría a contrapelo de la estética intelectual de mediados de y finales del siglo veinte. Básicamente mis círculos. Más como un desafío, creo yo, y quizás como una crítica más auténtica, era el uso libre que hacía del sentimentalismo. Él sabia bien cómo dramatizar. Y cuando pienso en el sentimentalismo, también pienso en lo corriente.

Luego estaban también sus pinturas que exploraban el racismo. Hace años, Jan y yo estuvimos en su ciudad natal en la parte oeste de Massachusetts en el museo donde está expuesta su pintura “El Problema Que Todos Vivimos”. Al encontrarme ahí parado ante esa pintura, así como tantos otros que la han visto cara a cara, no pude más que llorar. Es imposible cuestionar la habilidad artística pura de su labor. Y en ella, el verdadero significado del racismo. Nadie ha podido captarlo tan directa y claramente.

Así que, mientras que Rockwell podía ser, y a menudo era un sentimental, también tocó corrientes mucho más profundas del corazón humano. En su mejor faceta era uno de los grandes artistas. Sin duda, entendía que los misterios del amor son infinitamente más que un sentimiento. Sus imágenes a menudo explicaban más detalladamente lo que significaba el amor en acción.

Y de sus obras, la que más me atrapa, la que más pone al amor en acción, es su “Rosita la Remachadora.”

Es una gran imagen, y arte excelente. Después de estar en poder de particulares durante años, Rosita ahora está expuesta en el museo Crystal Bridges en Bentonville, Arkansas. Es un ícono del esfuerzo bélico, en este caso la Segunda Guerra Mundial. Es literalmente un ícono, inspirado en temas utilizados como imágenes de María tanto en las Iglesias Orientales como las Occidentales. Sin mencionar que para mí evoca imágenes aún más antiguas de diosas. Es difícil no encontrar por lo menos ecos distantes de Ishtar, de Inanna, de Atena. De Kali. De lo que significa lo divino de la mujer cuando se encarna. Con esos músculos, pero también esa encantadora nariz respingada. Y maquillada, pero con esa pistola de remaches sobre las piernas. Y su pie posado, no sobre la culebra de imágenes occidentales, tradicionales de María, sino sobre una copia de Mein Kampf.

Pensar en eso y su uso magistral de temas religiosos clásicos simplemente me emociona.

De hecho, la pintura se basa directamente en una de Miguel Ángel; el dibujo del artista ya entrado en años del profeta Isaías en el cielo raso de la Capilla Sixtina. Incluyendo el arco del brazo, aunque en el original de Miguel Ángel aparece sin la torta de jamón.

También tenemos un subtexto oculto en ese uso. Isaías dijo que el pecado haría caer a la nación. Pero si nos volvemos hacia el poder redentor del amor, si nos volvemos hacia la justicia, podemos ser salvos. Y la promesa encarnada que demuestra contra quien se está pecando, y dónde puede ocurrir nuestra salvación. Bueno. Rosita la Remachadora. Todas las Rositas las Remachadoras que fueron usadas y luego abandonadas. Y que están sentadas aquí hoy.

Los íconos son imágenes que son ventanas al cielo. Los íconos nos dicen quienes somos en realidad.

Yo sugiero que mientras contemplamos a Rosita, pensemos no solo en cómo la gente se unió en la Segunda Guerra Mundial, o en los ecos de María y otras diosas a lo largo del tiempo, sino también en que aquí hay algo profético. Rosita es una imagen presciente, un presagio de algo increíble que está ocurriendo en nuestros tiempos.

Para las personas. Para las comunidades. Para la cultura. Para todos nosotros.

Esto es lo importante. Rosita es, o sin duda puede ser, la imagen de la promesa del 26 de agosto. Es un llamado a un proyecto sagrado, algo en lo que estamos envueltos, y que tenemos que recordar constantemente, para, y sobre, nosotros mismos. Y, creo, que al recordarlo debemos comprometernos nuevamente, de manera más consciente. Tiene que ver con la salvación de nuestra república, y de manera más importante tiene que ver con la salvación de nuestra humanidad, y más importante aún, con la salvación de nuestro planeta.

Todo tiene relación a esto.

Y con eso, les hago una sugerencia sobre la forma particular que debe tomar esta salvación.

El lugar que las mujeres ocupan en nuestra cultura es diferente de cómo era hace una generación, y con pocas excepciones, momentos mayormente, considerablemente diferente a cómo ha sido durante toda la historia. Hace ya generaciones que ha habido una progresión continua hacia la igualdad de derechos genuina entre las mujeres y los hombres por lo menos dentro del Norte Global. Creo que hemos cruzado algún punto crítico, y tenemos que darnos cuenta de ello. No podemos dar paso atrás. Aunque hay quienes eso quieren. Y están trabajando con mucho esfuerzo para que todo vuelva a ser como era.

Solo algunos ejemplos de lo bueno, sobre lo que se está llamando el “matrimonio tradicional,” dejando de lado lo que significa en las escrituras, que horrorizaría a la mayoría de nosotros si verdaderamente lo buscáramos en el derecho común inglés. Estas eran las leyes que usamos durante la mayoría de nuestra historia, cuando se casaban una mujer y un hombre, se convertían en una sola persona, el hombre.

Y así fue hasta 1981, sí 1981, no hace mucho tiempo que el Tribunal Supremo derogó finalmente todas las leyes estatales que nombraban al hombre como “cabeza y señor” con control sobre los bienes de los cuales era dueña la pareja. Esta antigua perspectiva es inconcebible para la mayoría de nosotros, aún para la mayoría de quienes piden lo que se imaginan que es un matrimonio tradicional.

Está surgiendo una gran revolución. Y Esto es lo que significa estar del lado del Amor. Ser parte de una revolución.

Hoy día en Afganistán, donde el ánimo de dar un paso hacia adelante y después uno hacia atrás se ha convertido en una caída por las escaleras hasta el sótano, en aldeas donde se mantienen a las mujeres en esclavitud e ignorancia, les susurran a sus hijas el mensaje secreto: son iguales a los hombres. En Arabia Saudita, las mujeres se reúnen en secreto y hablan de conducir y votar y de que es su derecho divino. En los Estados Unidos, las mujeres jóvenes exigen el mismo sueldo que los hombres, y saben que se aproxima el día en que una de ellas será presidenta.

Hay gente en el mundo que no quiere que pase esto, que quieren esa caída hacia atrás y hacia abajo. Aquí en este país un Tribunal Supremo manipulado ha anulado el derecho a escoger de las mujeres. Ahora están en vigor leyes en varios estados que compiten con lo peor que existía antes de Roe. Bajo esa misma filosofía, la Convención Bautista del Sur está expulsando congregaciones donde las mujeres se atreven a predicar.

Y debemos notar la reacción negativa en contra de los derechos de la comunidad LGBTQ que están completamente ligados a esto. El gran alboroto en círculos conservadores acerca de la homosexualidad y en este momento específicamente los derechos de la comunidad trans tienen que ver con los mismos asuntos que las restricciones de los derechos de las mujeres. Reglamentos estrictos sobre los papeles sexuales han asegurado el paradigma antiguo. Se han usado desde casi siempre para someter a las mujeres y a las minorías sexuales de la misma manera exacta.

Por esto es que nosotros los que nos preocupamos por que se establezcan firmemente los derechos de las mujeres casi siempre nos preocupamos igualmente por los derechos de lesbianas, y hombres gais, de bisexuales y personas transgénero. Permítanme también incluir la raza en esto. Es una misma cosa. Repito, con todo el fervor y la fuerza posible: todo tiene que ver con una cosa. Mantener una estricta jerarquía de control. El paradigma propio del totalitarismo, donde cada quien tiene su lugar en la estrechez implacable de poder.

Pero el poder del corazón prevalecerá. Existe otra manera. Y depende de esa cosa rara y momentánea que llamamos amor. Los ojos del amor que ven conexiones. Y al ver conexiones  nos llaman a vidas nuevas. Vidas en las cuales todos tenemos la misma importancia.

La verdadera revolución. La parte central de esta revolución es bastante sencilla. Tenemos que pasar de tener puntos de vista fijos sobre nosotros mismos y sobre unos y otros, incluyendo nuestras ideas sobre las relaciones sexuales y cambiarlos por un sentido dinámico de inclusión. Esto es el llamado al amor como un espíritu generoso, ya expresado de varias maneras.

Esto es un amor intenso, fuego que va quemando lo falso. Así que, de nuevo pienso en ese ícono increíble, Rosita la Remachadora. Y pienso en Isaías, el patrón para Rosita, cuya voz profética nos llamó de vuelta a nuestra mejor naturaleza, hacia un camino de igualdad y justicia.

Pienso en el Día de Igualdad para las Mujeres. Y pienso en revoluciones.

Es un llamado del y al corazón. Y aquí está la promesa del corazón. El amor es lo siguiente.

Piensen en Rosita. Piensen en sus músculos y ese toquecito de maquillaje. Piensen en su pie sobre la biblia de la maldad. Ahí encontramos un arquetipo para todos nosotros, un ícono de lo que puede ser el mundo. Ícono. Una ventana al cielo. Una ventana a lo que puede ser en este tiempo y en este lugar. Un mundo transformado.

He aquí buenas noticias. Si pueden tener esta actitud receptiva, el cielo del amor estará a su alcance. En ese momento cuando se abra su corazón, el juicio correrá como las aguas, y la justicia como corriente inagotable.

Todo lo que hagamos por nuestra actitud receptiva será lleno de gracia. Nuestras vidas se convertirán en una danza gloriosa y sagrada, sea como líderes, sea como seguidores, cada paso una gloria para el mundo.

Todos juntos.

El Día de la Igualdad.

Amén.

 

 

 

About James Ishmael Ford
James Ishmael Ford is a Unitarian Universalist minister and spiritual director in the Zen tradition. His next book, The Intimate Way of Zen is due from Shambhala Publications in July, 2024. You can read more about the author here.
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