This is the translation into Spanish of a post of mine that eventually become my post Taking God at His Word: The Bible and Homosexuality (which is included in my book UNFAIR: Christians and the LGBT Question.) Additional Spanish translations of my articles are here.
Dios no nos pide que elijamos entre compasión y fe en la Biblia.
Los cristianos se encuentran cada vez más divididos acerca de la cuestión de la aceptación e inclusión de personas homosexuales en la iglesia. El debate en sí mismo está usualmente representado como esencialmente poner a la Biblia, por un lado, contra la compasión y la justicia social por otro. Nuestros corazones cristianos, dice el (usualmente apasionado) argumento, nos llevan a dar igualdad moral y legal completa a los gays y las lesbianas; nuestra fe cristiana, sigue la (usualmente apasionada) refutación, nos lleva a adherirnos, sobre todo, a la Palabra de Dios.
La compasión por los demás es la piedra angular de la ética cristiana; la Biblia es la base de la fe cristiana. ¿Qué cristiano podría elegir entre las dos?
La respuesta es que no se le pide a ningún cristiano que haga esa elección. Es una falsa dicotomía que por un lado está el texto de la Biblia, y por otro la igualdad completa para la gente gay y lesbiana. Dios no podría pedir o esperar que los cristianos eligieran nunca entre su corazón y su fe.
Reconciliar a la Biblia con la aceptación sin reservas de la gente LGBT no requiere que descontemos nada de la Biblia, que la refundamos, la deconstruyamos o reinterpretemos. Lo único que requiere es que leamos esos pasajes de la Biblia donde la homosexualidad es mencionada con el mismo cuidado con el que leeríamos cualquier otro pasaje del libro.
Podemos confiar en Dios; podemos confiar en que Dios es cariñoso.
Y podemos confiar en que nosotros podemos – y que ciertamente deberíamos- tomar a Dios, en este asunto, como en todas las cosas, por su Palabra.
Si no hay una directiva claramente establecida en la Biblia para marginar y condenar al ostracismo a la gente gay, entonces el que los cristianos continúen haciéndolo es moralmente indefensible, y esto debe cesar.
Lo que no puede negarse es que los cristianos han causado gran cantidad de dolor y sufrimiento a las personas homosexuales al:
- Impedirles participar en la iglesia, privándolos así de los consuelos y los frutos espirituales de la iglesia,
- Prohibirles su participación en el sacramento del matrimonio, privándolos así de los consuelos y frutos espirituales del matrimonio.
- Dañando los vínculos entre los homosexuales y sus familiares heterosexuales, debilitando así los consuelos y frutos espirituales de la vida familiar para los homosexuales y sus familiares; y
- Usando su posición dentro de la sociedad como voceros de Dios para proclamar que todas las relaciones homosexuales son desdeñadas por Dios, contribuyendo así a sabiendas a la cruel persecución de una población minoritaria.
Los cristianos no niegan que han hecho estas cosas. Sin embargo, mantienen que no tienen elección salvo hacer estas cosas, basándose en que lo que ellos dicen que es una directiva clara acerca de los homosexuales entregada a ellos por Dios a través de la Santa Biblia. Ellos dicen que la Biblia define todas las relaciones homosexuales como pecaminosas, les ordena excluir de participación completa en la iglesia a todos los pecadores que no están arrepentidos (incluyendo a los homosexuales) y los llama moralmente a que públicamente (o al menos, de forma resuelta) denuncien los actos homosexuales.
Sin una directiva explícita de Dios de excluir y condenar a los homosexuales, el tratamiento dado por la comunidad cristiana a las personas homosexuales está en clara violación de lo que Jesús y los escritores del Nuevo Testamento justamente identificaron como el más importante mandamiento de Dios: amar al prójimo como a sí mismo.
La comunidad gay ha pedido justicia a los cristianos, que tienen una obligación bíblica de ser justos. Dado que el maltrato a las personas homosexuales por parte de los cristianos es tan severo, la directiva de Dios de marginar y condenar al ostracismo a las personas homosexuales debe estar clara y explícita en la Biblia. Si no existe una directiva claramente establecida, entonces el maltrato continuado por parte de los cristianos hacia los gays y las lesbianas es moralmente indefensible, y debe cesar.
Los cristianos heterosexuales están siendo anti-bíblicos al usar los pasajes de la Biblia comúnmente utilizados para condenar a los homosexuales como justificación para aplicar estándares absolutos de moralidad a los “pecados” homosexuales que ellos mismos no están tentados a cometer, mientras al mismo tiempo aceptan para sí mismos un estándar de moralidad relativa para aquellos pecados en los pasajes de la Biblia comúnmente utilizados para condenar a los homosexuales que ellos sí cometen rutinariamente.
La homosexualidad es brevemente mencionada en sólo seis o siete de los 37.173 versos de la Biblia. El hecho de que la homosexualidad se menciona tan raramente en la Biblia debería ser una indicación para nosotros del grado de importancia que le daban los autores de la Biblia.
Mientras que la Biblia casi no habla de la homosexualidad, una gran cantidad de su contenido está dedicada a la forma en que un cristiano debe comportarse. A lo largo de todo el texto, la Biblia insiste en la justicia, igualdad, amor y el rechazo del legalismo sobre la compasión. Si los cristianos heterosexuales están obligados a mirar hacia la Biblia para determinar lo pecaminoso de los actos homosexuales, ¿cuánto mayor es su obligación de mirar a la Biblia para determinar lo pecaminoso de su comportamiento hacia los homosexuales, especialmente a la luz del llamamiento de justicia de la comunidad homosexual?
Algunos de los pasajes bíblicos pertenecientes a esta cuestión son:
Aquel de ustedes que esté libre de pecado que tire la primera piedra. (Juan 8:7) (NVI)
No tengan deudas pendientes con nadie, a no ser la de amarse unos a otros. De hecho, quien ama al prójimo ha cumplido la ley. Porque los mandamientos que dicen: «No cometas adulterio», «No mates», «No robes», «No codicies», y todos los demás mandamientos, se resumen en este precepto: «Ama a tu prójimo como a ti mismo.» El amor no perjudica al prójimo. Así que el amor es el cumplimiento de la ley. (Romanos 13:8-10) (NVI)
En esta nueva naturaleza no hay griego ni judío, circunciso ni incircunciso, culto ni inculto, esclavo ni libre, sino que Cristo es todo y está en todos. Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia, de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes. (Colosenses 3:11-13) (NVI)
¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Dan la décima parte de sus especias: la menta, el anís y el comino. Pero han descuidado los asuntos más importantes de la ley, tales como la justicia, la misericordia y la fidelidad. Debían haber practicado esto sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos! Cuelan el mosquito pero se tragan el camello. (Mateo 23:22-24) (NVI)
Un principio fundamental del cristianismo es que todos somos pecadores natos, que no tenemos elección sino existir en relación a nuestras naturalezas pecaminosas. Y así los cristianos aceptan como inevitable que cualquier cristiano, en algún momento, beberá demasiado, por ejemplo, o sentirá lujuria o mentirá.
Como hemos visto, en los pasajes de la Biblia comúnmente utilizados para condenar a los homosexuales Pablo también condena, junto con la homosexualidad, aquellos tres pecados específicos. Pero los cristianos no piensan que se espera de ellos que nunca cometan ningún grado de esos pecados. Entienden que las circunstancias y la debilidad humana normal deben ser tomadas en cuenta antes de condenar cualquier transgresión. Todos entendemos rápidamente y aceptamos la diferencia entre beber socialmente y ser un borracho, y entre un pensamiento lujurioso y cometer adulterio, entre decir una mentira piadosa para halagar y mentir de forma crónica.
Incluso no juzgamos un pecado tan horrendo como el asesinato sin antes tener en cuenta el contexto en el que ocurrió. La defensa propia, la protección de los inocentes, durante una guerra – todos reconocemos que hay momentos cuando incluso tomar la vida de otra persona no sólo no es un pecado, sino que está moralmente justificado, e incluso constituye un acto de heroísmo.
Los cristianos evalúan el grado de pecado, o incluso evalúan si un pecado real ha ocurrido o no, mirando tanto al daño causado por el pecado, y la intención de quien lo cometió.
Lo hacen, eso es, para todos los pecados excepto la homosexualidad.
Virtualmente cualquier grado de “transgresión” homosexual es tratada por los cristianos como un pecado absoluto merecedor de un castigo absoluto. Los cristianos no trazan ninguna distinción moral entre la violación en grupo de la historia de Sodoma y Gomorra, las orgías a las que Pablo se refería en su Carta a los Romanos, el salvaje abandono sexual al que Pablo se refiere en Corintios 1, y el sexo homosexual entre dos personas devotas que se aman.
Los cristianos heterosexuales están siendo injustos e hipócritas al usar los pasajes de la Biblia comúnmente utilizados para condenar a los homosexuales como justificación para aplicar estándares absolutos de moralidad (y un castigo absoluto) a los “pecados” homosexuales que ellos mismos no están tentados de cometer, mientras que al mismo tiempo aceptan para sí mismos un estándar de moralidad relativa (y el aplicar ningún castigo real) para esos pecados listados en los pasajes de la Biblia comúnmente utilizados para condenar a los homosexuales que ellos sí cometen rutinariamente.
Como no hay ningún daño demostrable que surja del sexo entre dos personas en una relación homosexual comprometida, y sí que hay un daño significativo demostrable que surge de la discriminación y condenación contra las personas homosexuales, ¿qué base bíblica posible puede haber para no reconocer la vasta diferencia moral entre actos sexuales en el contexto de una relación amorosa comprometida y actos sexuales de cualquier otro tipo?
Aquí hay un par de pasajes de la Biblia que cualquier cristiano debería tener en mente en cualquier momento que se le pida (o al menos se sienta emocionalmente inclinado) a realizar un juicio moral:
No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes. (Mateo 7:1)
¿Por qué te fijas en la astilla que tiene tu hermano en el ojo y no le das importancia a la viga que tienes en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame sacarte la astilla del ojo” , cuando tú mismo no te das cuenta de la viga en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás con claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano. (Lucas 6:41-42)
La Biblia no es un libro de reglas, y los cristianos no pueden sacar de contexto ningún pasaje de la Biblia, y aún así pretender entender de forma clara ese pasaje.
Es importante entender que incluso las sectas cristianas más fundamentalistas no toman a la Biblia de forma completamente literal. El Nuevo Testamento tiene dos mil años de antigüedad. Sus contextos culturales, junto con la traducción, son siempre tomados en cuenta por cualquier cristiano que se tome en serio la comprensión de este vasto y complejo trabajo.
Además, la Biblia no es un contrato, o un conjunto de instrucciones, donde cada pasaje se refiere a algo claro y específico. No es un libro de reglas para ser cristiano. Es en cambio una colección de historia, poesía, proverbios, directivas morales, parábolas, cartas y visiones extraordinarias ampliamente variante. Seríamos tontos si no entendiéramos que no todo lo que está en la Biblia es un mandamiento, y que los cristianos no pueden tomar ninguna pequeña sección de la Biblia fuera de su contexto, y aún así esperar comprender de forma clara su significado.
Usar los cuatro pasajes del Antiguo Testamento para condenar todos los actos homosexuales no es seguir ninguna directiva de Dios, ni las prácticas de los cristianos contemporáneos.
Las cuatro primeras menciones de homosexualidad en la Biblia ocurren en el Antiguo Testamento.
Mientras que aún siguen siendo inspirados e influenciados por el Antiguo Testamento, los cristianos recibieron instrucciones específicas de Pablo de no seguir las leyes del Antiguo Testamento, en pasajes tales como:
Por una parte, la ley anterior queda anulada por ser inútil e ineficaz, ya que no perfeccionó nada. Y por la otra, se introduce una esperanza mejor, mediante la cual nos acercamos a Dios. (Hebreos 7:18-19) (NVI).
Antes de venir esta fe, la ley nos tenía presos, encerrados hasta que la fe se revelara. Así que la ley vino a ser nuestro guía encargado de conducirnos a Cristo, para que fuéramos justificados por la fe. Pero ahora que ha llegado la fe, ya no estamos sujetos al guía. (Gálatas 3:23-25) (NVI)
Así mismo, hermanos míos, ustedes murieron a la ley mediante el cuerpo crucificado de Cristo, a fin de pertenecer al que fue levantado de entre los muertos. De este modo daremos fruto para Dios. (Romanos 7:4) (NVI)
Así el pecado no tendrá dominio sobre ustedes, porque ya no están bajo la ley sino bajo la gracia. (Romanos 6:14)
En la práctica, los cristianos no siguen los dictados del Antiguo Testamento. Si lo hicieran, la poligamia sería legal, y prohibidas estarían cosas como los tatuajes, vestir ropas de distintas telas, comer cerdo y plantar distintos tipos de pastos en los jardines – y el día de oración cristiano sería el Sábado, no el Domingo. Y si los padres de una novia no pudieran, a petición de su marido, probar que ella es virgen, entonces dicha novia debería ser apedreada hasta morir. Y los cristianos tendrían que matar por lapidación a cualquier otro cristiano culpable de adulterio.
Claramente, ya no seguimos ninguna de estas reglas.
Por lo tanto, el uso de los cuatro pasajes del Antiguo Testamento para condenar a todos los actos homosexuales no sigue ninguna directiva de Dios, ni las prácticas de los cristianos contemporáneos
En los pasajes de la Biblia comúnmente utilizados para condenar a los homosexuales Pablo condena la actividad sexual coactiva, excesiva y predatoria entre personas del mismo sexo practicada por los Romanos – y habría condenado los mismos actos si hubieran sido heterosexuales en naturaleza.
Debido a que el entendimiento y práctica de las prescripciones del Nuevo Testamento que tienen los cristianos ha evolucionado de forma natural e inevitable junto con la sociedad y cultura de la que son parte, en cualquier momento de la historia los cristianos han siempre seguido selectivamente los dictados del Nuevo Testamento. Este es el motivo por el que las mujeres cristianas ya no se sienten moralmente obligadas a seguir las directivas de Pablo de dejar su cabello sin cortar, de mantener sus cabezas cubiertas en la iglesia, o de siempre permanecer calladas en la iglesia. Es por esto mismo por lo que la Biblia ya no se usa para justificar la cruel institución de la esclavitud o para negarle a las mujeres el derecho al voto.
Así como estos pensamientos y entendimientos del Nuevo Testamento cambiaron y crecieron, así es que hoy se hace cada vez más claro para los cristianos que los tres pasajes de la Biblia comúnmente utilizados para condenar a los homosexuales del Nuevo Testamento (cada uno de los cuales fue escrito por Pablo en cartas a o acerca de iglesias distantes emergentes) cuando se entienden en su contexto histórico, no constituyen una directiva de Dios acerca de la gente LGBT hoy.
Aquí están las tres menciones de la homosexualidad en el Nuevo Testamento:
¿No saben que los malvados no heredarán el reino de Dios? ¡No se dejen engañar! Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los sodomitas, ni los pervertidos sexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los calumniadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios. (1 Corintios 6:9-10) (NVI)
Tengamos en cuenta que la ley no se ha instituido para los justos sino para los desobedientes y rebeldes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos. La ley es para los que maltratan a sus propios padres, para los asesinos, para los adúlteros y los homosexuales, para los traficantes de esclavos, los embusteros y los que juran en falso. En fin, la ley es para todo lo que está en contra de la sana doctrina (1 Timoteo 1:9-10) (NVI)
Por tanto, Dios los entregó a pasiones vergonzosas. En efecto, las mujeres cambiaron las relaciones naturales por las que van contra la naturaleza. Así mismo los hombres dejaron las relaciones naturales con la mujer y se encendieron en pasiones lujuriosas los unos con los otros. Hombres con hombres cometieron actos indecentes, y en sí mismos recibieron el castigo que merecía su perversión. (Romanos 1:26-27) (NVI)
En los tiempos en los que el Nuevo Testamento fue escrito, los conquistadores romanos de la región frecuente y abiertamente mantenían actos homosexuales entre hombres mayores y niños, y entre hombres y sus esclavos masculinos. Estos actos de sexo no consentido se consideraban normales y socialmente aceptables. Eran, sin embargo, moralmente repulsivos para Pablo, como hoy lo serían para todos, homosexuales o heterosexuales.
La referencia universalmente reconocida en materias de la antigüedad es el Diccionario Clásico Oxford (Oxford Classical Dictionary, OCD). Aquí está lo que el OCD (tercera edición, revisada, 2003) dice en su sección sobre la homosexualidad practicada en los tiempos de Pablo:
“. . . la penetración sexual de prostitutos masculinos o esclavos por hombres convencionalmente masculinos de la elite, que podían comprar a los esclavos expresamente para ese propósito, no era considerada moralmente problemática.”
Este es el contexto social en el que Pablo escribió acerca de los actos homosexuales, y es este contexto el que los cristianos están obligados a traer a su entendimiento e interpretación de los tres pasajes de la Biblia comúnmente utilizados para condenar a los homosexuales . Pablo ciertamente condenaba la actividad sexual entre personas del mismo sexo que veía a su alrededor. Era coactiva; no tenía freno; involucraba hombres mayores y niños. Como un hombre moral, Pablo estaba asqueado por estos actos – como, ciertamente, lo hubiera estado por los mismos actos de haber sido heterosexuales en su naturaleza.
Los pasajes de la Biblia comúnmente utilizados para condenar a los homosexuales se escribieron sobre actos sexuales entre personas heterosexuales del mismo sexo y no se refieren al tema de actos homosexuales cometidos entre una pareja homosexual comprometida, porque el concepto de que una persona fuera homosexual no existía en el momento en que la Biblia fue escrita.
Es también importante para nuestra lectura de los pasajes del Antiguo Testamento comúnmente utilizados para condenar a los homosexuales que entendamos que mientras que por supuesto que Pablo sabía acerca de los actos sexuales que tomaban lugar entre personas del mismo sexo, no tenía idea alguna de personas homosexuales. Virtualmente nadie en la época de Pablo estaba “fuera del armario”; nadie vivía, o se identificaba públicamente de ninguna manera, como homosexual. Pablo no tenía concepto de una población entera de gente que, como condición fundamental e inalterable de su existencia, estaban sexualmente atraídos a personas del mismo sexo y no sexualmente atraídos por personas del sexo opuesto.
Aquí está la apertura del artículo del OCD sobre la homosexualidad:
Ninguna palabra griega o latina se corresponde con el término moderno “homosexualidad” y la sociedad mediterránea antigua no trataba en la práctica a la homosexualidad como una categoría social operativa de la vida personal o pública. Las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo ciertamente ocurrían (están ampliamente documentadas en fuentes antiguas) pero no eran sistemáticamente distinguidas o conceptualizadas como tales, mucho menos cuando se pensaba que representaban un fenómeno único, homogéneo en contraste con las relaciones sexuales entre personas de diferentes sexos… La aplicación de “homosexualidad” ( y “heterosexualidad”) en forma sustantiva o sentido normativo a expresión sexual en la antigüedad está desaconsejada.
Podemos estar seguros de que Pablo no estaba escribiendo a, o acerca de, la gente homosexual, porque sencillamente el no podría haberlo hecho, así como tampoco podía haber escrito sobre los smartphones o sobre los iPads. No sabemos que podría haber escrito o dicho Pablo hoy en día sobre la gente homosexual. Todo lo que sabemos es que en el Antiguo Testamento él escribió sobre relaciones sexuales promiscuas, predatorias y no consentidas entre personas heterosexuales del mismo sexo.
Si nos vamos a guiar por la Biblia, entonces debemos tomar el texto como es. Sí que condena sexo homosexual (y heterosexual) que es excesivo, abusivo, y fuera del matrimonio. No habla, sin embargo, del estado de homosexualidad en sí mismo – mucho menos del tema de los actos homosexuales entre una pareja homosexual casada. Los cristianos por lo tanto no tienen justificación moral basada en la Biblia para condenar tales actos.
Como no existía el concepto del matrimonio homosexual cuando la Biblia fue escrita, la Biblia no trata, y no puede tratar, la pecaminosidad de los actos homosexuales cometidos dentro del contexto de un matrimonio homosexual.
La Biblia rutinariamente, clara y fuertemente clasifica todos los actos sexuales fuera de los lazos matrimoniales como pecaminosos. Pero, como no había concepto de gente homosexual cuando se escribió la Biblia, la Biblia no trata y no puede tratar, la pecaminosidad de los actos homosexuales cometidos dentro del contexto de matrimonio.
Por lo tanto, los cristianos no tienen base bíblica para condenar tales actos.
De hecho, al negarle la igualdad matrimonial a los homosexuales, los cristianos están empujando a las parejas homosexuales a pecar, porque su intimidad debe ocurrir fuera del matrimonio, y es entonces, por definición bíblica, pecaminosa.
Sentir repulsión a nivel personal por el sexo homosexual no hace que el sexo homosexual sea un pecado.
En adición a la Biblia, muchos cristianos citan como evidencia adicional de la pecaminosidad inherente de los actos homosexuales su cruda respuesta emocional a tales actos. Es comprensible que muchas personas heterosexuales encuentre el sexo homosexual repugnante (igual que muchas personas homosexuales encuentran al sexo heterosexual repugnante). Es normal que cualquiera de nosotros se sienta fuertemente repelido por la idea del sexo entre, o con, personas por las que personalmente no sentimos ninguna atracción sexual. La gente joven, por ejemplo, frecuentemente se disgusta ante el pensamiento de personas mayores teniendo sexo. ¿Y quién no se siente repelido por la idea de sus padres teniendo sexo? (Cuando, hablando racionalmente, ¡deberíamos estar felices de que lo hayan hecho!) Pero es muy fácil para cualquier persona confundir su reacción instintiva contra algo como una reacción moral hacia esa cosa. La indignación no es siempre indignación moral, aunque las dos se sienten igual.
Puede parecerle a un cristiano heterosexual que su reacción negativa instintiva hacia el sexo homosexual parte de la Biblia. Pero todos nosotros necesariamente vemos la Biblia a través de la lente de nuestras propias experiencias y prejuicios, y debemos ser muy cuidadosos para asegurarnos de que esa lente no distorsiona nuestra visión o nuestro entendimiento de la Palabra Santa de Dios.
“El mayor de todos estos es el amor”
El mensaje principal de Jesús era el amor. Jesús modeló al amor; Jesús predicó el amor, Jesús era amor. Los cristianos que desean hacer y vivir la voluntad de Jesús están moralmente obligados a siempre errar en el lado del amor. Si se toma en conjunto, la evidencia – el contexto social en que la Biblia fue escrita, la falta del mismo concepto de persona homosexual en el tiempo de Pablo, la inhabilidad de las personas homosexuales de casarse, la desigualdad entre como se aplican los pasajes de la Biblia comúnmente utilizados para condenar a los homosexuales entre una población mayoritaria y una minoritaria, la injusticia del castigo consistente en exclusión de la iglesia de Dios en la tierra y del amor humano en general por una forma de ser sobre la que no hay elección- muestra que elegir condenar y excluir a los homosexuales basándose en la Biblia es la elección moralmente incorrecta. Esa evidencia debería en su lugar llevar a la más obvia, y más cristiana de todas las posiciones, expresada de forma tan bonita por Pablo mismo en 1 Corintios 13:
El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido.
Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.” (1 Corintios 13) (NVI)
* * *
—por John y Catherine Shore, extraído de INJUSTO: Por qué la visión “cristiana” de los gays no funciona. (By John and Catherine Shore, excerpted from UNFAIR: Why the “Christian” View of Gays Doesn’t Work. (Print edition; Kindle edition; NookBook edition).