Recientemente me han invitado a un par de bodas gays. Así que, con todo eso de ser cristiano, me hice la famosa pregunta “¿qué habría hecho Jesús?” (algo que no me pregunto muy seguido, en realidad, ya que Jesús podía, por ejemplo, levantar a los muertos y convertir al agua en vino, mientras que yo apenas puedo levantarme de la cama por la mañana y/o convertir agua en café. Es seguro decir que muchas de Sus opciones no son mías).
Preguntarme qué habría hecho Jesús si lo hubieran invitado a una boda gay naturalmente me llevó al Nuevo Testamento y allí encontré estas citas:
¡Ay de ustedes, escribas y Fariseos, hipócritas que pagan el diezmo de la menta, del anís y del comino, y han descuidado los preceptos más importantes de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad! Estas son las cosas que debían haber hecho, sin descuidar aquéllas. ¡Guías ciegos, que cuelan el mosquito y se tragan el camello! (Mateo 23:23-24)
y:
Pero, ¡ay de ustedes, escribas y Fariseos, hipócritas que cierran el reino de los cielos delante de los hombres! Porque ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que están entrando” (Mateo 23:13)
y:
“¡Ay de ustedes, escribas y Fariseos, hipócritas, que recorren el mar y la tierra para hacer un prosélito, y cuando llega a serlo, lo hacen hijo del infierno dos veces más que ustedes!” (Mateo 23:15)
y por último pero no por eso menos importante:
“AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO.’ No hay otro mandamiento mayor que éstos.” (Marcos 12:31)
Cuando a continuación busqué por toda la Biblia a ver dónde Jesús dice lo que sea sobre la homosexualidad, aprendí que Jesús pasó casi tanto tiempo hablando de los gays y las lesbianas como el que paso yo hablando de coleccionar botones y/o caballitos de mar, lo que es decir, nada de nada, nunca. Por supuesto, es completamente posible que Jesús haya dicho muchas cosas verdaderamente informativas sobre la homosexualidad, pero que cuando las dijo, no había nadie a su alrededor que tuviera a mano una pluma de avestruz, o una rama con savia, o cualquier otra cosa que usaran para escribir en ese momento. Lo cual tiene sentido, en realidad. Si te has pasado algo de tiempo leyendo el Nuevo Testamento, sabrás que los discípulos de Jesús no eran exactamente niños modelo. Eran tipos normales y comunes.
Lo cual vendría a ser la cuestión, justamente.
Jesús amaba a la gente común.
A lo largo del Nuevo Testamento, de hecho, el único tipo de gente a la que Jesús constantemente se oponía eran los mismísimos “maestros de la Ley y los Fariseos” a quienes pone verdes en los pasajes anteriores. Una cosa que a menudo se pierde en nuestras ideas acerca de Jesús es el grado al que Él es exactamente la persona a la que no debes hacer enfadar. No tienes que leer mucho en el Nuevo Testamento hasta que entiendes que la única gente que realmente hace cabrear a Jesús son aquellos que ponen el dogma religioso sobre lo que Él claramente defendía, que es el amor de Dios.
Alrededor de Jesús puedes lloriquear, mentir, cambiar tus lealtades, llegar tarde, ser avaricioso, ser muy ambicioso, ser estúpido, ser un cobarde, ser un hipocondríaco, quejarte constantemente, quedarte dormido en los peores momentos – puedes ser alguien que no hace nada bien, y eso no parecerá de forma alguna ofenderlo.
Pero si pones el dogma sobre el amor? Si cambias la Ley de Dios en una justificación para negar la Gracia de Dios?
Entonces, ¡vaya!. Entonces tienes un problema que nadie en este mundo quiere.
No estoy seguro de cómo exactamente es que a menudo consideramos a Jesús un tipo suave y soñador, afectado (¡no es que haya nada malo con ser afectado! ¡Tengo un tío que es afectado!) Pero es difícil creer que esto viene de las descripciones de Jesús en los Evangelios. Ése no es el tipo en esas páginas.
Jesús asusta cuando está enfadado. Y la única gente que lo enfada son aquellos que, en Su nombre, se designan a sí mismos como santurrones jueces de los demás.
Creo que mejor voy a las bodas de mis amigos gays. Casi que me da miedo no ir. En algunas de sus parábolas es difícil saber exactamente qué quiere decirnos Jesús. Pero ni siquiera duda acerca de su “Ama al prójimo como a ti mismo”. Él declaró muy explícitamente que este (en conjunción con amar a Dios con todo lo que tienes) era el “primer y más grande mandamiento”.
Si hay algún punto de duda en “primer y más grande”, yo de veras que no lo veo.
Así que iré a las bodas de mis amigos gays, de la misma manera que esperaría que ellos vinieran a un evento similar para mí. Y si sucede que, en el curso de cualquiera de sus bodas o recepciones, me encontrara pensando si estoy haciendo lo correcto, me aseguraré de recordar el primer milagro de Jesús del que se da constancia en la Biblia.
Es ése en el que convirtió el agua en vino.
En una boda.
(There is also a Portuguese translation of What Would Jesus Do If Invited to a Gay Wedding?)