Alas en un cerdo

Alas en un cerdo January 19, 2011

(N. de la T.: Alas en un cerdo es una expresión utilizada en inglés muy similar a “cuando las vacas vuelen”)

 En estos días, cada cristiano que “está contra la homosexualidad” (sea lo que sea lo que eso quiera decir) presenta el mismo argumento. Dicho argumento es… bueno, este, tomado directamente de un correo electrónico que me enviaron esta mañana:

¿Le darías tu apoyo a un adúltero en serie que ama a su mujer, pero se siente atraído por otras mujeres porque él es así y así es como nació? ¿Qué tal con un alcohólico que simplemente no puede parar de beber? ¿Le darías tu apoyo mientras deja a su mujer por el alcohol? ¿A un glotón? ¿A un hombre de orgullo extremo? ¿Por qué la homosexualidad tiene paso libre, y no ningún otro pecado? Una persona con deseos homosexuales que resiste la tentación es exactamente igual que un hombre casado que resiste la tentación de tener amoríos con otras mujeres – lo que es decir, un ser humano combatiendo la tentación a pecar. Lo más compasivo que podemos decirle a alguien luchando con la homosexualidad (o cualquier otro pecado, para el caso) es que siga resistiendo a la tentación. Que siga luchando. Que no se rinda. Esta es tu identificación como un cristiano, que luchas contra la tentación.

Eh… para que quede claro, no me invento estas cosas.

Cuando digo “en estos días”, me refiero a que el típico argumento cristiano contra la homosexualidad ha cambiado. Antes era: “los homosexuales sólo son heterosexuales conflictuados. Deberían dejar que Jesús los haga heterosexuales, así pueden dejar de hacer cosas de gays y no ir al infierno”.

Hoy por hoy, el dicho cristiano no es “Deja de ser gay”. Ahora es, “deja de hacer cosas de gay”. Se dieron por rendidos con el argumento de que los homosexuales pueden cambiar su orientación sexual: el fallo total de programas cristianos como “Fix-A-Gay” (“Arreglar-A-Un-Gay”) y “Homo No’ Mo!”(“¡No-Más-Homosexual!”) -por no mencionar un universo de evidencia empírica y anecdótica – no les ha dejado opción.

Así que han cambiado su enfoque. Ahora su argumento es… bueno, lo que dijo quien me envió el correo: un homosexual luchando contra la tentación de actuar de forma homosexual no es diferente de alguien tratando de resistir una tentación pecaminosa.

A los cristianos les encanta este nuevo argumento. Si lo he oído una vez, lo he oído diez mil veces. Todos lo hemos oído. Le susurras “gay” a un cristiano que está dormido, y es muy probable que empiece a decirlo mientras duerme: “igual que cualquier otra tentación pecaminosa. Todos somos pecadores. Debemos resistir.”

Y tener a tu cerebro dormido justo antes de decirlo es la mejor forma de decirlo, también. Porque sólo puede tener sentido para una persona en muerte cerebral. Es sólo… tan estúpido como para poner en palabras.

Pero déjame que intente encontrar algunas palabras, de todos modos.

Virtualmente todos los pecados comparten un aspecto crucial, definitivo, común. Porque esta cualidad, que está presente en cualquier otro pecado imaginable, no está presente en absoluto en ser gay o actuar gay, insistir en poner a la homosexualidad en la misma categoría que cualquier otro pecado es como pegar alas en un cerdo, e insistir que el resultado pertenece a la categoría de “pájaro”. No es así. No puede serlo. No lo será. Nunca.

Aquí está La Gran Diferencia entre la homosexualidad y otros pecados: no hay pecado que yo pueda cometer, que por virtud de cometerlo, me deje incapaz de amar o ser amado. Puedo asesinar. Puedo robar. Puedo violar. Puedo beber hasta morir. Puedo hacer cualquier cosa terrible- y nadie diría jamás que intrínseco en la condición que causó que yo hiciera esas cosas terribles es, que por naturaleza, simplemente soy incapaz de dar o recibir amor.

Nadie le dice al bebedor crónico, o glotón, o adúltero, o cualquier otro tipo de pecador, que deje de experimentar el amor. Sin embargo, eso es exactamente lo que muchos cristianos le están pidiendo a los homosexuales que hagan.

Cuando le dices a una persona homosexual que “resista” ser gay, lo que en realidad le estás diciendo – lo que en realidad quieres decir– es que sean célibes.

Lo que verdaderamente estás diciendo es que quieres que se condenen a sí mismos a una vida que no contenga el tipo de amor romántico, duradero, de uno a otro que toda la gente, cristianos incluídos, entienden como la mejor parte de estar vivos.

Está siempre solo, le estás pidiendo. Vive solo. No le des la mano a nadie. No te acurruques en el sillón con nadie. No abraces a nadie por la noche antes de quedarte dormido. No tengas a nadie para hablar durante el café por la mañana.

No ates tu vida a la de otro. Vive tu vida entera sin conocer esa alegría, ese intercambio, esa paz.

Sólo dile “no” al amor.

Está solo. Vive solo. Muere solo.

Esa “tentación pecaminosa” que los cristianos siempre le están pidiendo a la gente LBGT es que resista el amor.

Siendo, por supuesto, la cosa que Jesús pidió más claramente a sus discípulos que extendieran a otros.

¿Podemos terminar con esta cruel idiotez de una vez?


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